En verdad que me he comportado y he acallado mi alma Como un niño destetado de su madre; Como un niño destetado está mi alma. Espera, oh Israel, en Jehová, Desde ahora y para siempre. (Salmos 131:2-3)
¿Ora brevemente para ocuparse de otras cosas? Si es así, considere los valores que Cristo modeló cuando pasaba tiempo con su Padre.
AISLAMIENTO. Aunque Él estaba rodeado de gente mientras atendía sus necesidades, su propia necesidad de aislarse era importante. A menudo, después de un tiempo intenso de ministerio, se apartaba de las multitudes—e incluso de sus discípulos —para orar en privado.
TIEMPO PROTEGIDO. El Señor protegía su tiempo para poder descansar en el Espíritu, estar con el Padre, y ganar fuerza física y emocional. Incluso cuando la gente clamaba por su atención, Él resguardaba ese tiempo, sabiendo que su ministerio fluiría del mismo.
QUIETUD. El Salmo 46.10 nos recuerda: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. Para desarrollar esta paz interior, suspenda todo lo que esté haciendo, y deje que su alma tome conciencia de la presencia del Espíritu Santo. En el versículo 2 de la lectura de hoy, David describió la quietud como un “niño destetado” que está en perfecto descanso y feliz en los brazos de su madre.
Estos valores pueden parecer inalcanzables en nuestro mundo, pero cuando usted aquieta su corazón ante el Señor, descubrirá lo mucho que necesita la paz de su presencia.
Señor, en medio del ruido de este mundo, siembra en mí un espíritu de oración, que te busque en el silencio y en la calma, y Te encuentre, encontrando también la verdadera paz que mi alma necesita, y que sólo Tu puedes darle. En El Nombre de Jesús, Amén.