Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. Éxodo 2:23
¿Alguna vez se ha sentido decepcionado de la vida? Cuando eso sucede, en lugar de comenzar a buscar maneras de resolver nuestros problemas, es mejor afligirnos primero por lo que hemos perdido.
Consideremos, por ejemplo, al pueblo hebreo, cuya situación cambió de manera drástica cuando un nuevo faraón llegó al poder. Bajo la dura opresión de la esclavitud, “clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre” (Ex 2.23). Lejos de ser indiferente, el Señor escuchó su lamento (Ex 3.7-9) y liberó a su pueblo con impresionantes demostraciones de poder.
De manera similar, estamos invitados a traerle nuestras aflicciones al Señor (Sal 56.8). Él no se decepciona cuando le hablamos de nuestras frustraciones; pues eso le permite ser parte de nuestro dolor y sanarlo. Lo importante es permanecer conectados con Dios, sin importar lo que estemos sintiendo.
Es mejor expresarle nuestros sentimientos negativos al Señor que no expresarle ninguno en absoluto. ¿De qué le gustaría hablarle hoy a Dios?
Señor, en mis momentos de decepción y aflicción, ayúdame a traerte mis dolores y frustraciones. Escucha mi clamor y sana mi corazón con tu amor y poder. Que nunca me aleje de ti, sino que siempre confíe en tu presencia y consuelo. En El Nombre de Jesús, Amén.