Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida. 2 Timoteo 4:8
Todos queremos vivir al máximo, pero para ello debemos tener metas a las cuales aspirar. Pocos nos tomamos el tiempo para considerar hacia dónde estamos yendo. Qué trágico sería llegar al fin de la vida y descubrir que estábamos en un rumbo distinto al de Dios.
El apóstol Pablo es un buen modelo a seguir para vivir al máximo. Sus objetivos eran conocer a Cristo, permanecer en su poder, participar de sus sufrimientos y predicar el evangelio (Fil 3.10; 1 Co 1.17). Alineó sus aspiraciones con las del Señor, trabajó para cumplir con su llamado y perseveró en el sufrimiento. Podía enfrentar el final de su vida con confianza, ya que había “peleado la buena batalla… acabado la carrera… [y] guardado la fe” (2 Ti 4.7).
Si usted sigue haciendo lo que está haciendo, seguirá recibiendo lo que ha estado recibiendo. No se conforme con la mediocridad de una vida sin intencionalidad. Aparte un tiempo esta semana para estar a solas con el Señor. Después, pídale su ayuda para establecer metas que le lleven a donde Él quiere que vaya. Considere todas las áreas de su vida, pero haga que las metas espirituales sean su énfasis principal.
Deje que Dios le ayude a cambiar de dirección para que pueda buscar con afán las cosas que se alineen con su voluntad. Luego, comience a vivir de manera intencional.
Señor, ayúdame a vivir de acuerdo con tus propósitos y metas. Guíame a establecer objetivos que te honren y alineen con tu voluntad. Fortalece mi fe y permíteme perseverar en tu camino, viviendo cada día con intencionalidad y pasión, siguiendo siempre Tu voluntad. En El Nombre de Jesús, Amén.