La próxima vez que pienses que tienes una excusa suficientemente buena para justificarte de por qué Dios no te puede usar, recuerda las siguientes personas con sus defectos fuertes y son personajes bíblicos.
Noé se emborrachó. (Génesis 9 20 y 21)
Abraham era demasiado viejo. (Génesis 12 4)
Isaac soñaba de día. (Génesis 24 63)
Jacob mintió. (Génesis 27 19 al 27)
Lea no era atractiva. (Génesis 29 17)
José fue insignificante para sus hermanos. (Génesis 37 3,4)
Moisés asesinó (como David y Pablo). (Exodo 2 11 12)
Gedeón tuvo miedo. (Jueces 6 27)
Rahab era prostituta. (Josué 2 1)
Jeremías y Timoteo eran demasiado jóvenes (Jeremías 1 6 7)
David cometió adulterio y asesinato. (2 Samuel 11 1 al 21)
Elías tuvo pensamientos suicidas. ( 1 Reyes 19 4)
Isaías era muy mal hablado. (Isaías 6 5)
Jonás desobedeció a Dios. (Jonás 1 3)
Noemí era viuda. (Rut 1 2 al 5)
Job lo perdió todo. (Job 2 1 al 13)
Juan el Bautista se alimentaba de langostas. (Mateo 3 4)
Pedro tenía un caracter implusivo. (Juan 18 10)
Pablo confiaba en su propia justicia. (Hechos 8 1 al 3)
Los discípulos no oraban por dormir. (Mateo 26 40)
María se asustaba de todo. (Juan 20 11 y 12)
María (la hermana de Marta) era bastante haragana. (Lucas 10 41 y 42)
María Magdalena estaba poseída por demonios. (Lucas 8 2)
El chico con el pescado y los panes fue desconocido (y aún nadie sabe su nombre). (Mateo 6 9)
La mujer samaritana tuvo relaciones sexuales con muchos hombres. (Juan 4 15 al 18)
Eliseo era un acomplejado por su calvicie. (2 Reyes 2 23 y 24)
Marcos tiró todo por la borda
Timoteo tenía úlcera estomacal
Oseas tenía como esposa a una prostituta. (Oseas 1 2)
Y Lázaro estaba muerto. (Juan 11)
“Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. Más por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cuál nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloríe, gloríese en el Señor”
1 Corintios 1 27 al 31.