Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente. (Génesis 37:3-4)
José es uno de mis personajes bíblicos favoritos. Lo menciono a menudo porque hay mucho que podemos aprender de su vida. El pasaje de hoy es un buen ejemplo, ya que revela dos de sus rasgos que deberíamos imitar.
DEMOSTRÓ UN ESPÍRITU DE SIERVO DESDE TEMPRANO. Génesis 37 describe lo que ocurrió cuando José tenía alrededor de 17 años. En cada intercambio, el joven encarnaba el respeto y la disciplina; nunca se rebeló contra quienes tenían autoridad sobre él. De hecho, continuamente se desvivía por servir a los demás.
SE DIO CUENTA DE QUE DIOS CONTROLABA SU VIDA. ¿De qué otra manera se puede explicar su incesante búsqueda de la excelencia en cada prueba? No importaba lo que le sucediera, José siempre recordaba las visiones divinas que le habían sido dadas en su adolescencia (Gn 37.1-6). Creía que había un plan para su vida y estaba convencido de que, de alguna manera, en algún momento, Dios le revelaría cuál era.
Ya sea que usted tenga 17 o 77 años, las lecciones de la vida de José son valiosas. Nunca es demasiado tarde para aprender el arte del servicio, o para reconocer que el plan de Dios es perfecto. Además, nunca es demasiado tarde para ayudar a otra persona a descubrir dichas verdades.
Señor amado, ayúdame a tener un espíritu de siervo como el de José, sirviendo con humildad y dedicación. Que en todas las circunstancias de mi vida, pueda recordar que Tú tienes un plan perfecto para mí. Guíame a buscar la excelencia y a confiar plenamente en Tus promesas, sabiendo que revelas Tu propósito en el tiempo perfecto. Dame la sabiduría para compartir estas verdades con los demás. En El Nombre de Jesús, Amén.