No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Filipenses 4:11
¿Qué clase de vida cree usted que da satisfacción? Podría ser una con pocos problemas, buena salud, estabilidad económica y muchos seres queridos. Pero esa no fue la experiencia del apóstol Pablo. Su vida estuvo llena de peligros, rechazos, ataques personales, palizas y encarcelamientos, y sin embargo afirmó haber aprendido el secreto de estar contento en todas las circunstancias. La fuente de su alegría no era, sin duda, su situación, lo cual también puede ser cierto para usted.
El secreto que él descubrió fue enfocarse y regocijarse en el Señor. Pablo sabía que era rico espiritualmente y que había recibido “toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef 1.3). Las comodidades y los placeres de esta vida no eran dignos de ser comparados con la gloria eterna que le aguardaba (Ro 8.18).
El contentamiento o satisfacción es difícil de encontrar y aún más difícil de mantener. Siempre hay algo más nuevo y mejor que adquirir o una relación más atractiva que procurar. Es más, las dificultades de la vida pueden aplastarnos fácilmente si no mantenemos nuestro enfoque en el Señor. Cuando usted se sienta insatisfecho, recuerde todo lo que tiene en Cristo, y reaccione de acuerdo con estas verdades, no con sus sentimientos.
Señor, enséñame a encontrar mi contentamiento en Ti, independientemente de las circunstancias que enfrente. Ayúdame a recordar que mi verdadera riqueza no está en lo material, sino en las bendiciones espirituales que de Ti he recibido. Cuando las dificultades me abruman o las tentaciones me distraen, dirige mi corazón hacia la paz y la satisfacción que solo Tú puedes dar. Que mi alegría esté siempre en Ti, sabiendo que Tu gracia es suficiente para sostenerme en cada situación. En El Nombre de Jesús, Amén.