Biblia Devocional en 1 Año: Zacarías 2

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Zacarías 2: La Visión del Hombre con el Cordel de Medir (Zacarías 2:1-5)

Zacarías 2 comienza con una visión en la que el profeta ve a un hombre con un cordel de medir en la mano. Este hombre está destinado a medir Jerusalén para ver su anchura y longitud (Zacarías 2:1-2). Esta acción simboliza la reconstrucción y el crecimiento futuro de la ciudad. Sin embargo, antes de que pueda realizar la medición, un ángel se le acerca con un mensaje del Señor: Jerusalén será habitada «sin muros» debido a la multitud de personas y ganado dentro de ella (Zacarías 2:4). Dios promete ser «muro de fuego» alrededor de Jerusalén y «la gloria en medio de ella» (Zacarías 2:5). Este pasaje subraya la protección divina que rodeará a la ciudad, sugiriendo que su seguridad no dependerá de fortificaciones físicas, sino de la presencia protectora y gloriosa del Todopoderoso.

El Llamado a los Exiliados para que Regresen (Zacarías 2:6-9)

En esta sección, Dios llama a los exiliados dispersos por las cuatro direcciones del cielo a regresar a Jerusalén (Zacarías 2:6). La referencia a Babilonia como la «tierra del norte» recuerda el lugar de exilio de muchos israelitas. Dios asegura a su pueblo que Él ha tomado nota de la opresión sufrida bajo las naciones gentiles, prometiendo que pronto actuará en su favor. Aquellos que han «tocado» a Israel han tocado «la niña de su ojo» (Zacarías 2:8), una expresión que destaca lo preciado que es Israel para El Señor. En ese contexto, se promete venganza contra las naciones opresoras, indicando que ellas mismas serán saqueadas por los exiliados que regresan (Zacarías 2:9). Esta sección refleja la promesa del Señor de redimir a su pueblo y castigar a aquellos que les han causado daño.

La Promesa de la Presencia de Dios (Zacarías 2:10-13)

La conclusión de este capítulo es una llamada a la alegría y al regocijo porque Dios está regresando a morar en medio de su pueblo (Zacarías 2:10). Esta promesa no solo se limita a Israel, sino que también incluye a muchas naciones que se unirán al Señor en ese día y se convertirán en su pueblo (Zacarías 2:11). Dios reafirma su compromiso de habitar en Jerusalén, estableciendo así su relación con la ciudad y su pueblo elegido. Jerusalén será nuevamente escogida por Dios, y todas las naciones reconocerán que el Señor es el que ha enviado este mensaje (Zacarías 2:12). Finalmente, el capítulo concluye con un llamado al silencio y a la reverencia ante la presencia del Señor, quien se ha levantado de su santa morada para actuar en favor de su pueblo (Zacarías 2:13).

Versículo clave de Zacarías 2:

«Y yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella.» Zacarías 2:5

Este versículo es fundamental porque ofrece una visión poderosa de la protección y la presencia de Dios entre su pueblo. En este contexto, Zacarías profetiza sobre la restauración de Jerusalén, asegurando a los israelitas que Dios mismo será su protector, «muro de fuego en derredor,» y que su gloria estará en medio de ellos.

La imagen de un «muro de fuego» simboliza la seguridad y la defensa divinas, un escudo que no solo protege físicamente sino que también es una barrera espiritual contra cualquier mal. Además, la promesa de que Dios estará en medio de su pueblo como su gloria subraya que su presencia es lo que da valor y significado a la ciudad. Este versículo nos recuerda que la verdadera seguridad y honor no provienen de murallas físicas, sino de la presencia continua y gloriosa de Dios en nuestras vidas.

Oración:

Señor, te agradecemos porque eres nuestro protector y nuestra gloria. Tú rodeas nuestras vidas como un muro de fuego, defendiendo nuestras almas y guiándonos en el camino de la justicia. Que tu presencia sea siempre nuestro mayor tesoro y nuestra fuente de seguridad. Ayúdanos a confiar plenamente en ti, sabiendo que cuando estás en medio de nosotros, no hay nada que temer. Llénanos con tu gloria y haz que nuestras vidas reflejen tu luz y tu amor en todo lo que hacemos. En El Nombre de Jesús, Amén.