Versículo diario comentado: Lucas 6:46-49

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Versículo:

¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa. Lucas 6:46-49

Comentario:

La palabra Señor no debe usarse impulsivamente. Es inaceptable hablar de Cristo como Señor en nuestras conversaciones y oraciones, pero luego contradecir la afirmación desafiando su voluntad y su Palabra. Muchos creyentes tal vez piensen que esa declaración no se aplica a ellos. Pero todos deberíamos darnos cuenta de que la resistencia puede ser sutil, tal vez al calificar nuestra obediencia con condiciones como: “Obedeceré al Señor si…” o “Quiero hacer lo correcto, pero…”.

Cuando Cristo es identificado como Señor en la Biblia, significa que es el gobernante soberano sobre la vida y toda la creación. Cuando afirmamos que es nuestro Señor, estamos dando por seguro que es nuestro Salvador y Maestro, lo que significa que nos sometemos a Él en todas las cosas. Si damos fe de esto verbalmente, pero en realidad no hacemos lo que dice, ¿lo estamos honrando en realidad?

Ninguno de nosotros puede obedecer a Cristo por completo, pero una vez que nacemos de nuevo, someternos a Él debe ser el deseo de nuestro corazón y nuestra práctica. Después de todo, Él nos compró con su preciosa sangre y ahora gobierna sobre nosotros para nuestro bien. Por tanto, nuestras vidas deben caracterizarse por la obediencia a nuestro Señor porque somos suyos.

Oración:

Señor, gracias por tu inmenso amor y misericordia que son renovados cada día. Alabo tu nombre porque eres fiel en todo momento, incluso en las dificultades. Te doy gracias por proveer en mis necesidades, por consolarme en el dolor y por estar presente en cada adversidad. Ayúdame a conocerte más profundamente a través de tu Palabra, y a confiar en ti con todo mi corazón. En el nombre de Jesús, amén.