Biblia Devocional en 1 Año: Mateo 3

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Mateo 3: La Predicación de Juan el Bautista (Mateo 3:1-6)

El capítulo comienza presentando a Juan el Bautista, quien predica en el desierto de Judea llamando al arrepentimiento: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2). Juan es identificado como el cumplimiento de la profecía de Isaías 40:3: “Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas”. Juan lleva una vida austera, vestía con piel de camello y comía langostas y miel silvestre, reflejando la severidad de su mensaje. Multitudes de personas acuden a él desde Jerusalén, Judea y los alrededores del Jordán para ser bautizadas, confesando sus pecados.

La Advertencia a los Fariseos y Saduceos (Mateo 3:7-12)

Cuando algunos fariseos y saduceos llegan al bautismo, Juan les reprende fuertemente, llamándolos «generación de víboras». Les advierte que su simple descendencia de Abraham no los salvará, enfatizando la necesidad de verdadero arrepentimiento. “El hacha está puesta a la raíz de los árboles”, les dice, indicando que todo árbol que no da buen fruto será cortado y echado al fuego (Mateo 3:10). También habla de alguien más poderoso que él, refiriéndose a Jesús, quien bautizará con el Espíritu Santo y fuego. Juan presenta a Jesús como el juez final, quien «tiene su aventador en su mano» y limpiará su era, quemando la paja en fuego que nunca se apagará (Mateo 3:12).

El Bautismo de Jesús (Mateo 3:13-17)

Jesús llega desde Galilea al Jordán para ser bautizado por Juan. Al principio, Juan se resiste, diciendo que debería ser Jesús quien lo bautizara a él. Sin embargo, Jesús insiste, explicando que debe hacerlo “para cumplir toda justicia” (Mateo 3:15). Juan finalmente accede y bautiza a Jesús. Cuando Jesús sale del agua, los cielos se abren y el Espíritu de Dios desciende sobre Él en forma de paloma. Entonces se escucha una voz del cielo que dice: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). Este momento marca el inicio público del ministerio de Jesús y una confirmación divina de su identidad como el Hijo de Dios.

Versículo clave de Mateo 3:

«Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.» Mateo 3:16

Este versículo es clave porque marca el inicio público del ministerio de Jesús y confirma su identidad como el Hijo de Dios. El bautismo de Jesús por Juan el Bautista no fue un acto de arrepentimiento, sino una muestra de obediencia al plan de Dios. La apertura de los cielos y la presencia del Espíritu Santo simbolizan el favor y la unción divina sobre Jesús, afirmando su papel como el Mesías. Además, es una poderosa manifestación de la Trinidad: el Padre que habla desde el cielo, el Hijo siendo bautizado, y el Espíritu descendiendo como paloma.

Este acto no solo valida la autoridad de Jesús, sino que también es un ejemplo para todos los creyentes: el bautismo es un paso de obediencia y una declaración pública de nuestra relación con Dios.

Oración:

Señor, te damos gracias por el ejemplo de obediencia y humildad que Jesús nos mostró en su bautismo. Ayúdanos a seguir sus pasos y a caminar en sumisión a tu voluntad. Que tu Espíritu Santo descienda sobre nuestras vidas y nos llene de poder para vivir conforme a tu propósito. Abre los cielos sobre nosotros y guíanos en cada decisión que tomemos, siempre buscando agradarte en todo. En El Nombre de Jesús, Amén.