Biblia Devocional en 1 Año: Mateo 8

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Mateo 8: Jesús Sana a un Leproso (Mateo 8:1-4)

En este relato, un hombre con lepra se acerca a Jesús y le pide ser sanado. Jesús, movido por compasión, lo toca y lo sana al instante, diciéndole: “Quiero; sé limpio” (Mateo 8:3). Luego le pide que cumpla con las leyes mosaicas al presentarse ante el sacerdote y hacer la ofrenda requerida como testimonio de su sanación.

El Centurión y su Fe (Mateo 8:5-13)

Un centurión romano se acerca a Jesús, pidiéndole que cure a su siervo paralizado. El centurión, demostrando una fe notable, dice que no es digno de que Jesús entre en su casa, pero sabe que solo con la palabra de Cristo, su siervo será sanado. Jesús se maravilla de su fe y dice: “De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (Mateo 8:10). Al final, el siervo es sanado en ese mismo momento, demostrando el poder de la fe y la autoridad de Dios.

Jesús Sana a la Suegra de Pedro y a Muchos Otros (Mateo 8:14-17)

Al llegar a la casa de Pedro, Jesús sana a su suegra que estaba enferma de fiebre. También esa noche, sanó a muchos endemoniados y enfermos, cumpliendo así la profecía de Isaías: “Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias” (Mateo 8:17, refiriéndose a Isaías 53:4).

El Costo de Seguir al Señor(Mateo 8:18-22)

Cuando Jesús ve a una multitud, habla sobre el costo de seguirle. Un escriba le dice que lo seguirá a cualquier lugar, pero Jesús le responde: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza” (Mateo 8:20), advirtiendo que seguirle implica sacrificios. Otro discípulo pide enterrar a su padre antes de seguirle, y Jesús le responde: “Deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mateo 8:22), enfatizando la urgencia y prioridad del Reino de Dios.

Jesús Calma la Tormenta (Mateo 8:23-27)

Jesús y sus discípulos cruzan el mar en una barca cuando una gran tormenta amenaza con hundirlos. Mientras tanto, Jesús está dormido. Los discípulos, aterrados, lo despiertan, y Cristo reprende su falta de fe antes de calmar la tormenta con una palabra. “¿Por qué teméis, hombres de poca fe?” (Mateo 8:26). Los discípulos quedan asombrados, diciendo: “¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?” (Mateo 8:27).

Jesús Expulsa Demonios en Gadara (Mateo 8:28-34)

Al llegar a la región de los gadarenos, Jesús encuentra a dos hombres poseídos por demonios. Los demonios reconocen la autoridad del Señor y le piden ser enviados a una piara de cerdos. Jesús lo permite, y los demonios entran en los cerdos, que luego se precipitan al mar y se ahogan. Los habitantes de la ciudad, atemorizados por lo sucedido, le piden a Jesús que se marche de su región.

Versículo clave de Mateo 8:

«Y extendiendo Jesús la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.» Mateo 8:3

Este versículo es clave porque muestra la compasión y el poder de Jesús para sanar a los enfermos. Un leproso se acercó a Jesús, un acto audaz en una sociedad que lo marginaba por su enfermedad, pidiéndole ser sanado si Jesús quería. La respuesta de Jesús fue inmediata y llena de amor: «Quiero; sé limpio». Con solo tocarlo, algo impensable para los estándares sociales de la época, Jesús restaura no solo su salud, sino también su dignidad. Este acto subraya la disposición de Cristo para responder a nuestras necesidades con compasión, sin importar cuán grande o imposible pueda parecer nuestra situación.

Este versículo nos enseña que no hay enfermedad, problema o sufrimiento demasiado grande para el poder sanador de Jesús. Él está dispuesto a restaurar nuestras vidas cuando nos acercamos a Él con fe.

Oración:

Señor, te damos gracias por tu inmenso amor y poder para sanar nuestras heridas, tanto físicas como espirituales. Hoy te pedimos que extiendas tu mano sobre aquellos que sufren y necesitan de tu toque sanador. Que podamos confiar en tu bondad y acercarnos a ti con fe, sabiendo que tu deseo es limpiarnos, restaurarnos y darnos nueva vida. Danos la fortaleza para seguir adelante y buscar tu ayuda en todo momento. En El Nombre de Jesús, Amén.