Mateo 20:
Mateo 20 aborda temas profundos sobre la gracia, la humildad y el servicio. A través de la parábola de los trabajadores en la viña, Jesús enseña sobre la generosidad de Dios y cómo los estándares humanos de justicia pueden diferir de los de Dios. La solicitud de la madre de Santiago y Juan sirve como ocasión para que Jesús instruya a sus discípulos sobre la verdadera grandeza, que se encuentra en el servicio a los demás. Finalmente, la sanación de los dos ciegos demuestra nuevamente la compasión y el poder de Jesús, así como la importancia de la fe y la persistencia en buscar su ayuda.
La Parábola de los Trabajadores en la Viña (Mateo 20:1-16)
Jesús cuenta una parábola para ilustrar el reino de los cielos. Un propietario de una viña sale temprano en la mañana para contratar trabajadores para su viña, acordando pagarles un denario por día. A lo largo del día, a las horas tercera, sexta, novena y undécima, el dueño vuelve a salir y contrata a más trabajadores, prometiendo pagarles lo que sea justo.
Al final del día, el propietario ordena al mayordomo que pague a los trabajadores, comenzando por los últimos contratados hasta los primeros. Todos reciben un denario, independientemente de cuánto tiempo hayan trabajado. Los primeros contratados se quejan, pensando que deberían recibir más por haber trabajado todo el día bajo el sol ardiente. El propietario responde que no les ha hecho injusticia, ya que acordaron trabajar por un denario. Concluye diciendo que tiene el derecho de hacer lo que quiera con su dinero y pregunta si ellos envidian su generosidad. Jesús finaliza la parábola con la enseñanza: «Así, los últimos serán primeros, y los primeros, últimos» (Mateo 20:16).
Jesús Predice Su Muerte y Resurrección por Tercera Vez (Mateo 20:17-19)
Mientras suben a Jerusalén, Jesús toma aparte a los doce discípulos y les anuncia nuevamente que será entregado a los principales sacerdotes y escribas, quienes lo condenarán a muerte. Será entregado a los gentiles para ser burlado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará.
La Petición de la Madre de Santiago y Juan (Mateo 20:20-28)
La madre de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, se acerca a Jesús con sus hijos y le pide un favor: que sus hijos se sienten a su derecha e izquierda en su reino. Jesús responde que no saben lo que están pidiendo y pregunta si pueden beber de la copa que él está por beber. Ellos afirman que pueden. Jesús les dice que ciertamente beberán de su copa, pero que sentarse a su derecha o izquierda no es algo que él pueda conceder, sino que es para aquellos a quienes el Padre ha preparado.
Cuando los otros diez discípulos escuchan esto, se indignan contra los dos hermanos. Jesús los reúne y les enseña sobre la verdadera grandeza en el reino de Dios, contrastándola con la forma en que los gobernantes gentiles ejercen autoridad. Les dice: «El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo» (Mateo 20:26-27). Añade que el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.
Jesús Sana a Dos Ciegos en Jericó (Mateo 20:29-34)
Al salir de Jericó, una gran multitud sigue a Jesús. Dos hombres ciegos, sentados junto al camino, oyen que Jesús pasa y claman: «¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!» (Mateo 20:30). La multitud les reprende para que se callen, pero ellos claman aún más fuerte. Jesús se detiene, los llama y les pregunta: «¿Qué queréis que os haga?» Ellos responden: «Señor, que sean abiertos nuestros ojos» (Mateo 20:33). Movido a compasión, Jesús toca sus ojos, y al instante recobran la vista y lo siguen.
Versículo clave de Mateo 20:
«Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.» Mateo 20:16
Este versículo es clave porque concluye la parábola de los obreros de la viña, donde Jesús enseña una lección profunda sobre la gracia y el reino de Dios. La frase «los primeros serán postreros, y los postreros, primeros» subraya que en el reino de Dios no se trata de posición, méritos o el tiempo que alguien ha seguido a Cristo, sino de la generosidad y soberanía de Dios al recompensar a todos con la misma gracia.
En esta parábola, los trabajadores contratados al final del día reciben la misma paga que aquellos que trabajaron todo el día, lo que causa asombro y hasta molestia entre algunos. Pero Jesús enseña que la lógica de Dios no se basa en lo que los humanos consideran justo, sino en su bondad infinita. Este versículo nos recuerda que no debemos compararnos con otros, sino enfocarnos en servir a Dios con humildad, sabiendo que Él es justo y generoso con todos.
Oración:
Señor, te damos gracias por tu inmensa gracia y bondad. Ayúdanos a entender que, en tu reino, no se trata de méritos humanos, sino de tu amor incondicional y tu justicia perfecta. Te pedimos que nos des corazones humildes, que no busquen reconocimiento o recompensa en esta vida, sino que confíen en tu promesa de recompensarnos según tu perfecta voluntad. Enséñanos a servirte con gratitud y a celebrar las bendiciones que das a todos tus hijos. En El Nombre de Jesús, Amén.