Biblia Devocional en 1 Año: Mateo 22

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Mateo 22

Mateo 22 muestra a Jesús como un maestro sabio y astuto, que supera las trampas de los fariseos y los saduceos. La parábola de la fiesta de bodas ilustra el rechazo del reino de Dios por parte de algunos, mientras que otros, inicialmente excluidos, son invitados. Jesús reafirma la importancia del amor a Dios y al prójimo como los pilares de la ley. A través de estos diálogos, queda claro que Jesús tiene una profunda comprensión de las Escrituras y que su autoridad y sabiduría son superiores a las de los líderes religiosos de su tiempo.

La Parábola de la Fiesta de Bodas (Mateo 22:1-14)

Jesús cuenta una parábola en la que un rey organiza una gran fiesta de bodas para su hijo. Envía a sus siervos para invitar a los invitados, pero estos rechazan la invitación, algunos se van a sus negocios y otros maltratan y matan a los siervos. El rey, furioso, envía a su ejército para destruir a los asesinos y sus ciudades. Luego, manda a sus siervos a invitar a todos los que encuentren por los caminos, buenos y malos. La sala de bodas se llena de invitados. Sin embargo, uno de los invitados no lleva vestiduras adecuadas, y el rey lo expulsa. Jesús concluye con la frase: «Porque muchos son llamados, y pocos escogidos» (Mateo 22:14).

La Trampa sobre el Impuesto al César (Mateo 22:15-22)

Los fariseos, junto con los herodianos, intentan atrapar a Jesús con una pregunta capciosa sobre si es lícito pagar tributo al César. Jesús, al percibir su malicia, les pide que le muestren una moneda y pregunta de quién es la imagen en ella. Ellos responden que es del César. Jesús les dice: «Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios» (Mateo 22:21). Maravillados por su respuesta, lo dejan y se van.

La Pregunta sobre la Resurrección (Mateo 22:23-33)

Los saduceos, que no creen en la resurrección, intentan confundir a Jesús con una historia sobre una mujer que se casó con siete hermanos, uno tras otro, después de que cada uno muriera. Preguntan de quién será esposa en la resurrección. Jesús les responde que no entienden ni las Escrituras ni el poder de Dios, ya que en la resurrección no habrá matrimonios, porque las personas serán como los ángeles en el cielo. Luego cita las Escrituras, diciendo que Dios es «el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob», demostrando que Dios es Dios de vivos, no de muertos. La multitud se asombra de su enseñanza.

El Gran Mandamiento (Mateo 22:34-40)

Un fariseo, experto en la ley, pregunta a Jesús cuál es el gran mandamiento. Jesús responde: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente» (Mateo 22:37). Este es el primero y grande mandamiento. El segundo es: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mateo 22:39). Jesús explica que de estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.

La Pregunta sobre el Cristo (Mateo 22:41-46)

Jesús pregunta a los fariseos de quién es hijo el Cristo. Ellos responden que es hijo de David. Jesús les cita el Salmo 110:1, donde David llama al Mesías «Señor», y les pregunta cómo puede ser el Cristo hijo de David si David lo llama Señor. Los fariseos no pueden responder, y desde ese momento, nadie se atreve a hacerle más preguntas.

Versículo clave de Mateo 22:

«Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento.» Mateo 22:37-38

Este versículo es fundamental porque Jesús, en respuesta a una pregunta sobre cuál es el mandamiento más importante, resume toda la ley en un mandamiento central: amar a Dios con todo nuestro ser. La importancia de este mandamiento radica en que establece la prioridad del amor y la devoción total a Dios sobre todas las cosas. Este amor no debe ser superficial ni parcial, sino que debe involucrar todo el corazón, el alma y la mente, es decir, todo nuestro ser.

El amor a Dios es la base de toda verdadera adoración y de una vida alineada con su voluntad. Jesús también enseña que este mandamiento está por encima de cualquier otro deber religioso o ritual. El primer y gran mandamiento es un llamado a poner a Dios en el centro de nuestras vidas.

Oración:

Señor, ayúdanos a amarte con todo nuestro corazón, alma y mente. Queremos que nuestro amor por ti sea profundo, sincero y constante. Guíanos a vivir cada día con el propósito de glorificarte en todo lo que hacemos. Que nuestro corazón siempre esté centrado en ti y que todo nuestro ser se entregue por completo a tu servicio. En el nombre de Jesús, Amén.