Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Mateo 25:29-30
Las decisiones que tomamos los creyentes deben alinearse con la voluntad de Dios, y nuestras finanzas no son una excepción. Nuestro Padre celestial nos ha proporcionado recursos y espera que los administremos con sabiduría. La Biblia nos ayuda a entender su perspectiva y nos ofrece orientación para establecer metas en cuanto al dinero.
No todo el mundo es capaz de planificar años y años del futuro. Pero incluso cuando el dinero sea escaso, el Señor quiere que nos preparemos para el futuro. De lo contrario, la mentalidad a corto plazo puede llevarnos a acumular una gran deuda, facturas vencidas y ahorros inadecuados.
Luego están quienes ya tenemos un plan financiero, por ejemplo, para los estudios universitarios, los ahorros para gastos médicos o la jubilación, y nos adherimos a ese plan. En esta situación, la tentación puede ser volverse demasiado protector de lo que tenemos. Lucas 12.16-20 habla de un hombre rico que construyó graneros más grandes para almacenar, en vez de compartir lo que tenía, y el Señor lo llamó necio. Ciertamente no debemos ser necios a los ojos de Dios.
Ya sea que tengamos poco o mucho, buscar las prioridades de Dios para nuestros gastos, ahorros y donativos, nos ayudará a usar su dinero sabiamente e invertir nuestros recursos en la obra de su reino.
Señor, Tú eres el dueño de todo lo que tengo, y sé que me has confiado recursos para administrar con sabiduría. Ayúdame a ser fiel en mis decisiones financieras, alineando mis metas con Tu voluntad y Tus propósitos. Que no permita que la escasez o la abundancia me alejen de depender de Ti, sino que siempre busque invertir en lo que es eterno y en la expansión de Tu reino. Dame discernimiento para ser buen administrador, compartiendo y utilizando lo que me has dado para Tu gloria. En el nombre de Jesús, amén.