Versículo diario comentado: Santiago 3.17-18

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Versículo:

Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz. Santiago 3.17-18

Comentario:

En todas nuestras decisiones, sembramos para la carne o lo hacemos para el Espíritu (Ga 6.8). Plantamos semillas que afectan la clase de persona en la que nos estamos convirtiendo y el nivel de impacto que nuestra vida tendrá para el Señor.

La «carne» es la parte de nosotros que quiere vivir y ser independiente de Dios. Ella no se desvanece cuando somos salvos. Sin embargo, el Espíritu Santo se asegura de que no estemos esclavizados a la carne. Él comienza a cambiarnos para que podamos vivir de acuerdo con la verdad. Las decisiones que tomamos contribuyen al proceso de transformación, y cuando están alineadas con la obra del Espíritu, siembran una buena semilla que resulta en un crecimiento aún mayor.

Cuando usted siembra para el Espíritu, acepta la verdad de Dios en su mente y su corazón. El fruto del Espíritu crece de manera natural de esta semilla e influye en todos los aspectos de su vida. Cuando usted alimenta su espíritu con las cosas de Dios, se hace más fuerte, más parecido a Cristo y más lleno de Él en sus pensamientos y acciones.

¿Está usted alimentando su espíritu o algún aspecto suyo que quiere ser independiente de Dios? Decida sembrar semillas que le edifiquen, al dejar que fluyan de usted corrientes de agua viva para alimentar a otros (Jn 7.37-39).

Oración:

Señor, te pido que me llenes con tu sabiduría celestial, esa que es pura, pacífica, amable y llena de misericordia. Ayúdame a sembrar semillas que edifiquen, alineadas con tu verdad y con el poder de tu Espíritu. No permitas que mi carne gobierne mi vida, sino que mi mente y mi corazón acepten y vivan de acuerdo con tu voluntad. Que el fruto del Espíritu crezca en mí, reflejándose en mis pensamientos y acciones, para ser una fuente de bendición para los demás. Te entrego todo aspecto de mi vida para que lo transformes y uses para tu gloria. En el nombre de Jesús, amén.