Palabra:
Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará. No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. (Salmo 91:7,10)
Desde el punto de vista natural el mundo en el que vivimos causa gran temor. Es un mundo que va de una catástrofe a otra. Casi a diario oímos de guerras, de la amenaza de armas nucleares y biológicas, de grandes derrames de petróleo, de terremotos e inundaciones, de más enfermedades y de la delincuencia que azota a nuestras ciudades. Pero en medio de todo eso, Dios promete ser refugio y fortaleza para los que confían y permanecen en Él.
Quizá diga usted. «Él hizo esa promesa hace miles de años, cuando las cosas no estaban tan mal como lo están hoy día».
Quizá sea así, pero quiero decirle algo. Esa promesa está al día; fue hecha también para nuestra generación. Véalo de la manera siguiente. Cuando el Salmo 91 fue escrito, el hombre no había inventado aún armas que pudieran destruir a diez mil personas a la vez. Nosotros somos la generación que hizo eso posible. Por tanto, cuando Dios dijo en el Salmo 91, «no te sobrevendrá mal», nos estaba incluyendo también a nosotros.
«No te sobrevendrá mal»: ¡Vaya! ¡Qué gran promesa! Usted necesita tomarla y confiar en ella. Crea que Dios quiere ser el Dios de su vida, su protector y su defensor.
Por eso, aunque las circunstancias a su alrededor parezcan ser espantosas, confíe en Dios. Él siempre es fiel. Nunca está ocupado en otras cosas cuando usted necesita su ayuda. Estará presto para librarle de cualquier adversidad, catástrofe o desastre.
Oración:
Señor, entrego en Tus manos todas las cargas que hoy mi afligen, confiando en Tu promesa de protección y resguardo ante cualquier prueba. Sé que saldré en victoria de todas estas situaciones porque Tus manos me sostienen y Tu presencia guía cada uno de mis pasos.