Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. Juan 8:29-30
Los fariseos rechazaron al Señor Jesucristo a pesar de que estaba diciendo la verdad. Pero otros escucharon y creyeron, como vemos en el pasaje de hoy. A ellos les dijo el Señor: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8.31, 32). Muchas personas, sin embargo, pensaron que estaba ofreciendo libertad de la opresión política romana o incluso de todos los problemas de esta vida. Pero eso no fue lo que el Señor quiso decir en absoluto. Él estaba ofreciendo la libertad del pecado.
Cuando creemos en la verdad del evangelio y nos volvemos al Salvador en busca de salvación, somos liberados de la pena del pecado, que es la condenación eterna. Pero ¿sabía usted que la verdad de Dios también nos libera del poder del pecado en esta vida? Aunque seguiremos luchando con la tentación después de ser salvos, ahora tenemos en nosotros la fuerza divina de Cristo para resistirla y vencerla.
¿Se siente atrapado por deseos pecaminosos? Como dijo el Señor, permanecer en su Palabra es la clave de la verdadera libertad. Llene su mente con su verdad, y el pecado perderá su poder sobre usted, hoy y por toda la eternidad.
Señor, gracias por ser la luz que guía mi vida y me libera del poder del pecado. Sé que en ti encuentro la verdadera libertad y que, al permanecer en tu Palabra, puedo resistir la oscuridad de la tentación. Llena mi corazón y mente con tu verdad para que pueda vivir en obediencia y vencer las ataduras que me alejan de ti. Ayúdame a caminar cada día más cerca de ti, confiando en tu fuerza y amor. En El Nombre de Jesús, Amén.