Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó. Romanos 8:28-30
Una de las demostraciones más milagrosas del poder del Padre celestial es su capacidad para transformar a un hombre malo en una luz resplandeciente para el Señor Jesús. El apóstol Pablo es un gran ejemplo de cómo Dios puede cambiar:
A LOS RELIGIOSOS EN REDIMIDOS (1 Ti 1.12, 13). Antes de su conversión, Pablo era muy religioso, pero no en el buen sentido. Confiaba en su estatus, su cumplimiento y su piedad para tener autoridad y aceptación. Sin embargo, cuando se encontró con el Señor en el camino de Damasco, descubrió que todas sus obras religiosas y sus credenciales no significaban nada. La única manera en que podemos llegar a ser aceptados por Dios, es recibiendo la gracia salvadora de Cristo.
A UN SIERVO DEL PECADO A UN SIERVO DE DIOS (Ro 6.17, 18). Pablo había sido hostil hacia la iglesia primitiva, estimulando la blasfemia, castigando a los creyentes y dando su voto para que fueran castigados con la muerte (Hch 26.10, 11). Pero después de la salvación se convirtió en un misionero dedicado que esparcía el evangelio donde podía.
Nuestro Padre celestial convirtió a uno de los enemigos de la iglesia primitiva en un líder sabio y consagrado. Comprométase a obedecer al Señor y vea lo que sucede. Él es fiel para completar la buena obra que ha comenzado en usted (Fil 1.6).
Señor misericordioso, gracias porque en tu gracia transformadora muestras que nadie está fuera de tu alcance. Me das esperanza de que, al igual que Pablo, puedo ser cambiado por tu amor y redención. Ayúdame a abandonar cualquier confianza en mis propias fuerzas y a depender únicamente de la gracia que has mostrado en Cristo. Hazme sensible a tu Espíritu y fortalece mi compromiso para seguirte con un corazón obediente. Que mi vida refleje tu poder y amor, y que pueda ser una luz para quienes aún no te conocen. En El Nombre de Jesús, Amén.