Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Malaquías 3:6
El carácter de Dios nunca cambia: Jesucristo siempre es el mismo. ¡Qué consuelo para los creyentes! Y cuanto mejor lo conozcamos, más fácil será acudir a Él en busca de refugio. Así que hoy, vamos a aprender más sobre su naturaleza. El Señor Jesús…
PERDONÓ A LOS DEMÁS. Mostró misericordia, no condenación, a los que reconocieron su pecado.
CONSOLÓ A QUIENES SUFRÍAN. Visitó a María y Marta, que lloraban la muerte de su hermano Lázaro (Jn 11.1-45).
ATENDIÓ LAS NECESIDADES. Después de pasar tres días sanando, se preocupó porque la gran multitud no había comido. Podría haber enviado a todos los 4000 a buscar su propia comida, pero Él les dio más que suficiente para satisfacer su hambre (Mr 8.1-9).
INTERCEDIÓ POR SUS DISCÍPULOS. Justo antes de ser crucificado, el Señor Jesús pidió al Padre que protegiera y santificara a sus seguidores, incluidos usted y yo (Jn 17.15, 17, 19, 20).
FORTALECIÓ A LOS CREYENTES Y LES DIO PODER PARA HACER LA OBRA DE DIOS. En Hechos 1.8, el Señor envió a sus discípulos a compartir el evangelio, asegurándoles: “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo”.
Cristo sigue perdonando, consolando, proveyendo, intercediendo y fortaleciendo.
Señor eterno e inmutable, gracias porque tu carácter nunca cambia y siempre podemos confiar en tu amor, gracia y misericordia. Gracias por perdonar nuestros pecados y por consolar nuestros corazones en momentos de dolor. Tú nos cuidas, velas por nosotros y nos das fortaleza para cumplir tu obra. Enséñanos a acudir a ti con confianza en cada circunstancia, recordando que siempre estás dispuesto a ayudarnos. Que tu ejemplo sea nuestra guía para vivir con amor y servicio a los demás. En el nombre de Jesús, amén.