¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?. Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:19-20
Dios quiere que le entreguemos nuestra vida, que nos convirtamos en un sacrificio vivo y santo. Esta no es una tarea pequeña. Todos nuestros planes y deseos deben estar sujetos a su dirección y voluntad. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué Dios nos haría esta petición tan grande?
Resulta que entregarnos a Él es lo mejor para nosotros. La Biblia promete una y otra vez que obedecer a nuestro Padre celestial nos da esperanza y un futuro firme:
David hizo la observación de que la bondad es abundante para quien se somete a Dios (Sal 31.19).
A Jeremías, el Señor le prometió que la prosperidad, un futuro y una esperanza son el resultado de buscarle de todo corazón (Jer 29.11, 12).
Salomón advirtió que nuestros caminos son rectos cuando confiamos en el Señor (Pr 3.5, 6).
Por eso, aunque Dios exige toda nuestra vida, promete que el sacrificio valdrá la pena. Además, Él se compromete a cuidarnos, proveer lo que necesitemos y acompañarnos siempre.
El camino del Señor es el mejor, y ofrece esperanza, alegría y paz. Si bien es posible que no nos guste todo lo que Él elige, Dios promete hacer todas las cosas para nuestro bien. ¿Quiere entregarle a Dios las riendas de su vida? Él le ama y atenderá sus necesidades.
Dios soberano y todopoderoso, gracias porque tus planes son perfectos y no hay fuerza ni autoridad en este mundo que pueda frustrarlos. Ayúdanos a confiar en tu sabiduría y tu poder, aun cuando las circunstancias parezcan inciertas. Te pedimos que guíes a los líderes de las naciones, dirijas sus corazones y cumplas tus propósitos divinos. Llénanos de paz y fe al recordar que tienes todo bajo tu control. Que nuestra esperanza esté siempre anclada en tu soberanía y amor eterno. En el nombre de Jesús, amén.