Biblia Devocional en 1 Año: Hechos 3

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Hechos 3:

Hechos 3 resalta el poder del nombre de Jesús para sanar tanto física como espiritualmente. El milagro de la sanidad del cojo no solo glorifica a Dios, sino que abre la puerta para la proclamación del evangelio. Este capítulo nos recuerda que la salvación y la transformación vienen al arrepentirnos y poner nuestra fe en Cristo. También nos desafía a ser instrumentos de Dios para llevar esperanza y restauración a los demás.

La Sanidad del Cojo en la Puerta del Templo (Hechos 3:1-10)

Pedro y Juan suben al templo a la hora de la oración y encuentran a un hombre cojo de nacimiento que pide limosna en la puerta llamada La Hermosa. Pedro le dice: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.” El hombre es sanado inmediatamente, salta, camina y alaba a Dios, causando asombro y admiración entre quienes lo conocen.

El Discurso de Pedro en el Pórtico de Salomón (Hechos 3:11-26)

El hombre sanado se aferra a Pedro y Juan, atrayendo una multitud al pórtico de Salomón. Pedro aprovecha la oportunidad para proclamar el evangelio. Les dice que el milagro no fue por su propio poder, sino por el nombre de Jesús, a quien ellos entregaron y negaron ante Pilato. Pedro afirma que Jesús es el Siervo de Dios anunciado en las Escrituras, el Santo y Justo que murió pero resucitó.
Pedro llama a la multitud al arrepentimiento y a la conversión para que sus pecados sean borrados y tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor. Les recuerda que Jesús cumplió las profecías y que Moisés habló de Él como el Profeta prometido. Pedro concluye que Dios, en su misericordia, ha enviado a Jesús primero a los judíos para bendecirlos y apartarlos de sus iniquidades.

Versículo clave de Hechos 3:

«Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.» Hechos 3:6

En este versículo, Pedro, junto con Juan, se encuentra con un hombre cojo que pedía limosna en la puerta del templo. En lugar de darle dinero, Pedro le ofrece algo mucho más valioso: la sanidad en el nombre de Jesús. Este acto no solo demuestra el poder del nombre de Jesús, sino también la fe y la obediencia de los apóstoles al ministrar con valentía en el nombre del Señor.

Este pasaje nos recuerda que el poder y la provisión de Dios no se limitan a recursos materiales. A menudo, lo que más necesitan las personas es una intervención divina que transforme su situación espiritual, emocional y física. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a compartir lo que hemos recibido de Él: fe, esperanza, amor y, sobre todo, su mensaje de salvación.

Oración:

Señor, gracias porque en tu nombre hay poder para transformar vidas. Ayúdame a ser sensible a las necesidades de quienes me rodean y a ofrecerles no solo lo material, sino el mensaje de esperanza y vida que viene de Ti. Dame fe para confiar en tu poder y valentía para proclamar tu revelación. En el nombre de Jesús, Amén.