Publicado por Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Hechos 9:4-5
Imagínese lo que el apóstol Pablo debe haber sentido en el momento de su conversión. Antes de eso, era conocido como Saulo, un notorio perseguidor de la iglesia cristiana. ¡Saulo llegó incluso a perseguir a creyentes y a estar de acuerdo con su muerte!
¿Cree usted que la gente confió en él de inmediato después de que tuvo su experiencia con el Señor Jesús? ¿Cuál debe haber sido la reacción de los creyentes que lo conocían solo como un asesino? Sin duda, Pablo se vio obligado a sufrir sus duras miradas y sus preguntas. Sin embargo, Dios actuó de una manera poderosa a través de este antiguo perseguidor. A pesar del pasado de Pablo, Dios tenía un plan específico para él, y en el poder del Espíritu Santo, el apóstol fue utilizado en gran manera para difundir el evangelio.
Tal vez usted conoce a alguien hostil a la fe. ¿Puede “predicarle” a esa persona con acciones amables y compasivas? Quizás el Señor está planeando usarle como una vez lo hizo con Ananías. O quizás es usted quien está dudando, pensando que está demasiado lejos para ser salvado. Querido amigo, no hay nadie que esté más allá de la tierna gracia de Dios. Pídale que hable a su corazón hoy, y sígale. Se alegrará mucho de haberlo hecho.
Señor misericordioso, gracias por tu gracia infinita que alcanza incluso a los más alejados. Así como transformaste la vida de Pablo, te pido que obres en el corazón de aquellos que aún no te conocen. Ayúdame a ser un instrumento de tu amor, mostrando compasión y paciencia a quienes me rodean. Si hay algo en mi vida que necesita tu toque transformador, te lo entrego ahora, confiando en tu poder redentor. En el nombre de Jesús, amén.
