Hechos 17:
Hechos 17 muestra cómo Pablo adapta su mensaje según el contexto cultural, desde los judíos en la sinagoga hasta los filósofos griegos en Atenas. Su capacidad para conectar con los oyentes sin comprometer la verdad del evangelio es un ejemplo de cómo debemos proclamar la fe en diferentes entornos. Este capítulo nos anima a ser diligentes en el estudio de la palabra, como los bereanos, y a ser valientes en el testimonio, sabiendo que no todos aceptarán el mensaje, pero algunos creerán y serán transformados por la verdad de Cristo.
Pablo y Silas en Tesalónica (Hechos 17:1-9)
Pablo y Silas llegan a Tesalónica y, como es costumbre, Pablo entra en la sinagoga para predicar. Durante tres sábados explica y demuestra a los judíos, a partir de las Escrituras, que el Cristo debía padecer y resucitar, y declara que Jesús es el Mesías. Algunos judíos, muchos gentiles temerosos de Dios y mujeres prominentes creen en el mensaje.
Sin embargo, algunos judíos, llenos de celos, incitan a una turba y causan disturbios en la ciudad. Buscan a Pablo y Silas en la casa de Jasón, quien los había hospedado, y arrastran a Jasón y a otros creyentes ante las autoridades, acusándolos de causar problemas en todo el mundo y de proclamar a otro rey, Jesús. Aunque Jasón es liberado tras pagar una fianza, Pablo y Silas deben abandonar la ciudad durante la noche.
Pablo y Silas en Berea (Hechos 17:10-15)
Pablo y Silas llegan a Berea, donde nuevamente predican en la sinagoga. Los judíos de Berea son descritos como más nobles que los de Tesalónica, ya que reciben el mensaje con entusiasmo y examinan diariamente las Escrituras para verificar lo que Pablo dice. Como resultado, muchos de ellos creen, junto con griegos prominentes, tanto hombres como mujeres.
Cuando los judíos de Tesalónica se enteran de que Pablo predica en Berea, viajan allí para causar disturbios. Los creyentes envían a Pablo a Atenas, mientras que Silas y Timoteo se quedan en Berea.
Pablo en Atenas (Hechos 17:16-34)
Mientras espera a Silas y Timoteo en Atenas, Pablo se indigna al ver la ciudad llena de ídolos. Comienza a dialogar en la sinagoga y en la plaza con quienes encuentra, incluyendo filósofos epicúreos y estoicos. Estos lo llevan al Areópago, un lugar de debate, intrigados por su mensaje sobre Jesús y la resurrección.
Pablo aprovecha la oportunidad para predicar, comenzando con algo familiar para ellos: un altar que tenía la inscripción «Al Dios no conocido.» Explica que el Dios verdadero no habita en templos hechos por manos humanas, sino que es el Creador del mundo, quien da vida a todos. Declara que Dios ha pasado por alto los tiempos de ignorancia, pero ahora manda a todos que se arrepientan, porque ha establecido un día en el que juzgará al mundo por medio de Jesús, a quien ha resucitado de entre los muertos.
Al escuchar sobre la resurrección, algunos se burlan, pero otros muestran interés. Entre los que creen están Dionisio, miembro del Areópago, y una mujer llamada Dámaris.
Versículo clave de Hechos 17:
«Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos.» Hechos 17:28
Este versículo forma parte del discurso de Pablo en el Areópago de Atenas, donde presenta el evangelio a un público compuesto por filósofos y pensadores griegos. Pablo utiliza una cita de poetas griegos para explicar que Dios es el creador y sustentador de toda la vida. Al decir “en él vivimos, y nos movemos, y somos,” Pablo resalta que nuestra existencia misma depende de Dios y que fuimos creados para tener una relación con Él.
Este pasaje nos recuerda que Dios no es un ser distante, sino cercano y presente en cada aspecto de nuestra vida. También nos enseña a contextualizar el mensaje del evangelio de manera que pueda ser entendido y aceptado por diferentes audiencias, sin comprometer la verdad.
Oración:
Señor, gracias porque en Ti encontramos nuestra vida y propósito. Ayúdame a vivir cada día consciente de que dependo completamente de Ti. Enséñame a compartir tu evangelio con sabiduría y a ser un testigo fiel de tu amor y verdad. Que mi vida refleje que soy parte de tu linaje y que mi propósito es glorificarte. En el nombre de Jesús, Amén.