Versículo diario comentado: Hebreos 4:15-16

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Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Hebreos 4:15-16

¿Alguna vez se ha visto usted atrapado en un «ciclo de culpabilidad»? Confiesa el pecado, le dice a Dios que se arrepiente decenas de veces, pero todavía se encuentra repitiendo los mismos pecados. Es fácil desanimarse, pero Dios promete: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1 Jn 1.9).

Dios cumple su parte de esa promesa. Cuando confesamos de verdad, Él nos perdona. El Salmo 103.12 ofrece esta descripción tranquilizadora de su perdón:»Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones».

Entonces, ¿cómo confesamos de verdad? La confesión auténtica significa ponernos de acuerdo con el Señor en cuanto al pecado, y está unida de manera inseparable al arrepentimiento; son las dos caras de la misma moneda. En griego, arrepentirse significa literalmente «cambiar de mente», por lo que arrepentirse es dar la espalda al mal y cambiar nuestras acciones.

En términos prácticos, confesar y arrepentirse requiere la decisión intencional de decir: «Por el poder del Espíritu Santo, me apartaré» Satanás seguirá tentándole, y el fracaso sigue siendo una posibilidad. Pero Dios puede romper las cadenas de su pecado, y quiere liberarle para que disfrute la vida abundante (Jn 10.10).

Señor, me acerco a Ti con humildad, reconociendo mis fallas y la necesidad de Tu gracia. Ayúdame a confesar con sinceridad y a arrepentirme con un corazón dispuesto a cambiar. Dame la fortaleza para apartarme del pecado y caminar en obediencia a Tu voluntad. Gracias por Tu amor inagotable y por la seguridad de que en Ti hay perdón y restauración. Renueva mi espíritu y guíame en el camino de la vida abundante que has preparado para mí. En el nombre de Jesús, Amén.