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También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres avaros… amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita. 2 Timoteo 3:1-5
Comentario:
Muchos de nosotros tenemos una banda sonora silenciosa en nuestra mente, con el volumen tan bajo que apenas podemos oírla. Excepto, quizás, por canciones antiguas que se popularizaron en algún momento de la historia. Quejarse por las irritaciones y molestias de la vida cotidiana puede convertirse en un hábito inconsciente, al menos hasta que intentamos dejarlo.
En 2 Timoteo 3.1-5, Pablo enumera una serie de conductas que son típicas de quienes se han desconectado del Señor. Además de cosas como el egoísmo, la arrogancia y la codicia, esa lista también incluye la ingratitud. Ser agradecidos nos ayuda a aprender a cambiar la emisora de la banda sonora de la queja y, por el contrario, nos enseña a enfocarnos en las muchas bendiciones que Dios da cada día, tanto grandes como pequeñas.
Gratitud no significa ponernos una gran sonrisa en la cara y fingir que una situación agravante no es gran cosa. Por el contrario, nuestro agradecimiento nos reconecta con Dios en medio de los desafíos cotidianos de la vida y nos enseña a cantar una nueva canción, una que continuará por toda la eternidad.
Oración:
Señor, ayúdame a cambiar la queja por gratitud, a enfocarme en Tus bendiciones y no en mis frustraciones. Enséñame a ver Tu mano en cada detalle de mi vida y a confiar en que todo obra para bien. Que mi corazón se llene de alabanza en lugar de amargura y que mis palabras muestren la paz y el gozo que solo Tú puedes dar. Que en cada desafío encuentre una oportunidad para agradecerte y glorificarte. En el nombre de Jesús, Amén.
