No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu…dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Efesios 5:18-21
En Efesios 5.20, Pablo dice a los creyentes que “[den] siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Cuando oramos en el nombre del Señor Jesús, expresamos nuestro deseo de reflejar su carácter y buscar su gloria. Orar de esta manera es vital para entender cómo valorar todo lo que el Señor permita en nuestra vida, incluso las pérdidas, los diagnósticos y las decepciones.
Entonces, ¿cómo podemos dar gracias por todo? Considere todo lo que José experimentó. Hasta su adolescencia, solo había conocido el amor y la seguridad. Pero un día comenzaron sus problemas, a causa de unos hermanos mayores celosos. José se encontró arrojado a un pozo y más tarde a la cárcel, despojado de todo menos de su fe. Esperó durante más de una década. Y aunque la Biblia nunca nos dice lo que José estuvo pensando, debe haber soportado algunas noches oscuras del alma.
Más tarde, sin embargo, José reveló su identidad a sus hermanos en Egipto y les dijo: “Para preservar vidas me envió Dios delante de ustedes” (Gn 45.5 NBLA). Esas palabras revelan que cuando José recordó todas las dificultades que había sufrido, comprendió cómo el Señor había estado obrando. No reaccionó con amargura, sino con gratitud.
Señor, enséñame a dar gracias en todo momento, incluso en medio de las pruebas y desafíos. Ayúdame a confiar en que cada circunstancia está en Tus manos y que todo obra para bien según Tu propósito. Que mi corazón se llene de gratitud y fe, como la de José, viendo más allá de la dificultad y reconociendo Tu obra en mi vida. Que en cada pérdida encuentre Tu consuelo y en cada bendición, una razón para alabarte. En el nombre de Jesús, Amén.