(Lee al final el estudio un devocional de Deuteronomio 15. Esperamos sea de bendición para ti.)
El significado de Deuteronomio 16 se refiere a las características que debían poseer las tres grandes fiestas anuales que perseguían el objetivo de recordar al pueblo de Israel la provisión del Señor y, en su inmensa misericordia, la liberación que les había brindado, del yugo del faraón y Egipto.
La fiesta de la Pascua – Panes sin levadura (Éxodo 12:1-20; Levítico 23:5-8; Números 28:16-25)
16:1-17. Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante de Jehová. Las principales fiestas instituidas por Dios tenían el importante propósito de no dejar que el pueblo olvidara sus hechos, la liberación que trajo al pueblo y la provisión para la vida continua.
16.3. No comerás con ella pan con levadura. El pueblo no debía comer levadura durante siete días para recordar su precipitada salida de Egipto. La memoria no se cultiva sólo con ideas y conceptos, sino también con acciones y costumbres, como este cambio de comida. Ya en el Nuevo Testamento la levadura se asociaba al pecado (véase Ex 13,7, nota) y, en este sentido, el hecho de que los israelitas permanecieran siete días sin comer pan con levadura puede entenderse como una forma de santificación. Nótese que el recuerdo debe ser realista: la vida en la esclavitud en Egipto no era buena, y eso merece ser recordado.
La fiesta de las semanas – (Éxodo 34:22; Levítico 23:15-21; Números 28:26-31)
16.11 Y te alegrarás delante de Jehová tu Dios. La cosecha de grano muestra objetivamente que la vida ha cambiado: ya no son esclavos en Egipto, ni fugitivos por el desierto: los israelitas están establecidos en su nueva tierra, sembrando y cosechando bajo las bendiciones de Dios. Lo que podría verse como algo natural, fue en realidad el fruto de una enorme intervención de la misericordia de Dios.
La fiesta del tabernáculo – (Levítico 23:33-43; Números 29:12-38)
16.17 Cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado. Aquí aparece ya establecido el principio realista, que más tarde Pablo aplicará también a las ofrendas en favor de los cristianos necesitados: Dios nunca nos pedirá lo que no tenemos (2 Cor 8,12, nota).
Los deberes de los jueces. (Éxodo 23.1-9)
16.18-20 Jueces y oficiales pondrás en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te dará en tus tribus. Aquí se destaca la importancia de elegir jueces justos y honestos, para evitar la corrupción en la sociedad. Estas cualidades de carácter, cada vez más difíciles de encontrar en todos los niveles de la sociedad, deben venir de «dentro hacia fuera», es decir, mediante el ejemplo de los padres y la enseñanza de otras personas buenas. Si aplicáramos las leyes de Dios a nuestra realidad y viviéramos según ellas, en amor a Dios, al prójimo y a toda su creación, nuestra sociedad sería ciertamente menos corrupta e injusta.
Contra la idolatría
16.21-17.7 No plantarás ningún árbol para Asera cerca del altar de Jehová tu Dios, que tú te habrás hecho. Hace una gran diferencia saber quién es el Dios al que servimos. La tentación humana siempre ha sido la de erigir dioses, empezando por uno mismo. Disputando el lugar exclusivo del Dios eterno, aparecen las obras que construimos: imágenes, esculturas, columnas sagradas, edificios, etc. Nuestra inclinación idolátrica también se dirige a los astros, a los animales, a las fuerzas de la naturaleza, a las personas, a los objetos, a algún programa o compromiso social que roba toda nuestra atención, haciéndonos descuidar la adoración del Señor. Sin saber distinguir, aceptamos cualquier dios, sin darnos cuenta del daño que esto representa para nosotros, para nuestras familias y para la sociedad: un dios menor nos disminuye. Merece la pena intentar descubrir qué estaríamos idolatrando en lugar del verdadero Dios.
Devocional:
Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías; cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado. (Deuteronomio 16:16-17)
Cuando se formaban las primeras espigas verdes de cebada en la primavera en Israel, los trabajadores ataban una cinta alrededor de cada tallo florecido para separarlo de los que todavía no habían madurado. Luego cuando el tallo estaba maduro, se recogía y se llevaba al templo de Jerusalén. Dios había ordenado que no llegaran a la fiesta con las manos vacías (Deuteronomio 16:16).
Esta práctica es recordada por los judíos al celebrar el Día de las Primicias. Y aunque la mayoría de los cristianos no recuerdan esta fiesta judía, es bueno que nos preguntemos: «¿Qué tengo para dar a Dios?» Nos angustiamos pensando en lo que debemos hacer para satisfacer al Señor, y no presentarnos con las manos vacías. Estamos tan ocupados haciendo cosas para complacerlo que nos olvidamos de descansar en lo que Cristo ya ha logrado para nosotros.
Pablo se refiere al Mesías resucitado como «las primicias» (1 Corintios 15:20). Esto significa que Jesús ha ido antes que nosotros y está en la presencia de Dios para satisfacer la ofrenda que se requiere de nosotros.
Los cristianos también son llamados primicias: «Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas» (Santiago 1:18).
Como Jesús es nuestra «primicia», tenemos un valor infinito y nunca nos presentaremos ante él con las manos vacías. Porque cuando te entregas a Dios, cualquier otra contribución para él, se convierte en algo natural.
Oración:
Señor, que los frutos que Te entregue sean siempre de agrado y regocijo para Ti, que en la obra que desempeñe cada día Te refleje y llame a otros a Tu presencia. Quiero servirte siempre con fidelidad y compromiso y ser instrumento de bien para las grandes conquistas de Tu Reino.