(Lee al final el estudio un devocional de Deuteronomio 8. Esperamos sea de bendición para ti.)
En el Deuteronomio 8 Moisés recapitula la historia de Israel para extraer del pasado lecciones que van a ayudar y motivar al pueblo en este momento crítico de su historia: los días que anteceden a su entrada en la tierra de Canaán. Cada ejemplo del pasado sirve de lección para ayudar al pueblo a prepararse para las pruebas y tentaciones que encontrarán en un futuro muy cercano. Israel no debe pensar que la conquista de Canaán y la abundancia de la tierra prometida es el resultado del esfuerzo y del talento humanos. En su deseo de preparar a Israel para superar la tentación del olvido, Moisés exhorta al pueblo a obedecer las leyes y los mandamientos que Jehová había dado a Israel para que vivan y prosperen en la tierra que el Señor prometió dar a sus padres
En este capítulo, la gran lección es esa última, que debemos tener siempre presentes los mandamientos del Señor y su bondad, no sea que nos desviemos de ellos y no seamos dignos de la tierra prometida.
Deuteronomio 8 Esbozo:
8.1 – 9: Carga para Israel
8:10 – 20: Prosperidad material
Tener presente al Señor en Sus mandamientos
El recuerdo siempre genera alguna reacción, que puede ser positiva o negativa. Recordar situaciones o personas, revivir momentos difíciles o felices es algo que hace aflorar sentimientos y emociones capaces de influir en la dinámica, incluso en nuestra salud mental, física e incluso espiritual. La exhortación de Moisés a Israel en el capítulo de hoy tiene que ver exactamente con esto, con traer a la memoria todo el viaje del pueblo en el desierto. De hecho, el propio Moisés inició este proceso desde su primer discurso.
Israel necesitaba recordar todas las obras del Señor, la aplicación de sus juicios sobre los impenitentes y la provisión de agua y alimentos durante su peregrinación. En sus corazones debían tener claro que como un hombre disciplina a su hijo (v.5), así los disciplinaba el Señor. Como Padre amoroso, nunca permitió que sus hijos estuvieran harapientos, sino que mantuvo sus ropas nuevas durante todo el camino hasta Canaán. Y aunque caminaron por tierra seca, el Señor no permitió que sus pies se hincharan.
Depender de Dios en todo
En el Deuteronomio 8, Moisés apela a la dependencia de Dios. Hasta entonces, la dependencia del Señor había sido crucial para los israelitas, ya fuera para el suministro de agua, los animales venenosos o la comida. Fue un viaje de 40 años, en el que sus ropas no se desgastaron y sus pies no se hincharon ni se ampollaron (v.1-5). Rodeados de abundancia y prosperidad, tendrían la tentación de creer que ya no necesitaban a Dios, que podían adquirir riquezas por sus propias fuerzas (v. 11-17).
Moisés rompe este razonamiento, demostrando que la acción divina había sido tan fundamental para su supervivencia en el desierto como lo sería en la Tierra Prometida. El Señor les dio la fuerza para adquirir riquezas (v. 18). Sin ese sentido de dependencia, los israelitas finalmente perecerían (v.19-20).
En el desierto, Dios no previó el hambre y la sed de los israelitas. Les permitió sufrir por unos momentos para saber lo que había en sus corazones (v.2). Dios conoce los pensamientos humanos y el futuro. Pero las pruebas estaban destinadas a que el pueblo descubriera que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca del Señor (v. 3). Si la prueba del desierto fuera un examen escolar, el versículo e sería la respuesta correcta, y fue con esta respuesta que Jesús pasó su agonizante prueba en el desierto (Mateo 4:4).
Devocional:
y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. (Deuteronomio 8:17-18)
Cuánta sabiduría hay en este versículo, porque no sólo nos trae una recomendación muy importante que es la de dar honor y gloria a Dios, sino que también nos enseña que el Señor es el que nos sostiene con la vida, porque si no hubiera querido eso, ni siquiera habríamos venido al mundo. Sólo las personas arrogantes, tomadas por el orgullo, no reconocerían que el fruto de su trabajo es el resultado de la gracia de Dios. Agradezcamos más al Señor, porque nos da en justa medida y empecemos a ser más generosos con los necesitados.
Oración:
Señor, gracias por todo lo que has puesto en mis manos, entiendo que sólo soy un administrador porque todo te pertenece, y debe ser utilizado según tu voluntad. Líbrame de la codicia sin límites que hace que ponga mi corazón en las cosas de este mundo. No permitas que te coloque en segundo lugar, porque siempre quiero adorarte, alabarte, darte gloria y dar testimonio de lo bueno que eres.