(Lee al final el estudio un devocional de Deuteronomio 9. Esperamos sea de bendición para ti.)
Deuteronomio 9 trata de la advertencia contra la terquedad del pueblo de Dios. Moisés advirtió a los israelitas que no se jactaran de sus próximas victorias. La conquista de Canaán fue por el poder de Dios, no de ellos. Fue por la iniquidad de los cananeos, no por la bondad de los israelitas (Deuteronomio 9:1-5).
La desobediencia del pueblo
Israel, en efecto, era un pueblo obstinado, que no merecía ninguno de los buenos dones de Dios. Moisés les recordó su rebelión en el Sinaí, cómo prometieron obedecer la ley de Dios, pero la rompieron incluso antes de que fuera escrita (Deuteronomio 9:6-21; véanse las notas sobre Éxodo 32:1-35).
Hubo otras ocasiones en las que se rebelaron contra los mandamientos de Dios (Deuteronomio 9:22-24; véase Éxodo 17:1-7; Números 11:1-3; 11:31-34; Números 14:1-12), pero la rebelión en el Sinaí fue un desafío al pacto recién hecho. Sólo las oraciones de Moisés salvaron a la nación de la aniquilación, (véase Éxodo 32:7-14).
Lecciones de Deuteronomio 9
Cuando el creyente se reconoce verdaderamente como hijo de Dios, y por ende coloca a Dios como la prioridad de su vida, suceden grandes cosas.
1. Dios eligió a un pueblo insignificante para vencer a grandes y poderosas naciones fortificadas. Los que están con Dios no pierden la guerra, aunque los enemigos sean gigantes, guerreros fuertes y hábiles (vs. 1-3). «Dios aseguró a su pueblo que no había necesidad de temer el futuro, porque el Señor iría delante de ellos para ayudarles a derrotar a sus enemigos» (Warren Wiersbe).
2. Dios aprecia a un pueblo despreciable. Israel no era una nación ejemplar, perfecta y fiel a los principios divinos. No practicaba la justicia. La justicia sólo existía en Dios (vs. 4-5).
3. Dios es bondadoso no sólo con los israelitas, sino también con los cananeos. Aunque Dios utilizó a los israelitas para destruir a los cananeos, se les concedió más de 400 años de misericordia (Génesis 15:13-16). Sin embargo, su pecado cruzó la línea, y, Dios es fiel (v. 5).
4. Dios no ignora el pecado en los pueblos paganos ni tampoco en su propio pueblo, aunque su gracia se extiende a ambos (vs. 6-24). Israel había provocado la ira de Dios, la rebelión era la marca de este pueblo; aunque Dios preservó la existencia de los israelitas, su juicio se manifestó en varias situaciones en las que ellos, como los cananeos, sobrepasaron los límites de su gracia.
5. Dios no oculta la maldad de su pueblo, por lo que evidencia su maravillosa gracia. Moisés intercedió por los rebeldes; llevarlos a la Tierra Prometida fue un acto basado en la Palabra de Dios (vs. 25-29).
La gracia de Dios no surge con la muerte de Cristo; existía desde que el pecado entró en el mundo. La gracia no se convierte en un atributo de Dios sólo en el Nuevo Testamento, este atributo es real y notable también en el Antiguo Testamento.
Cuanto más se manifiesta Dios, más evidente se hace nuestra pecaminosidad. Al mismo tiempo, más clara se vuelve Su gracia. Acerquémonos a Él con humildad.
Dios cumple sus promesas incluso cuando todo conspira contra sus promesas.
Reconocer la gracia divina nos hace humildes. Toda victoria es resultado de la gracia divina.
Devocional:
Porque temí a causa del furor y de la ira con que Jehová estaba enojado contra vosotros para destruiros. Pero Jehová me escuchó aun esta vez. (Deuteronomio 9:19)
Pensamiento: La ira, la frustración, la decepción y la pérdida de autocontrol han hundido a muchos de los más grandes líderes de Dios. Dirigir es a veces una tarea cuesta arriba y de alta dificultad. Pero, el pueblo de Dios perecería sin líderes fuertes llenos de santa convicción. A pesar del fracaso de algunos de nuestros líderes y de los peligros que pueden entorpecer a quienes deciden liderar, ¡el liderazgo es tan honorable como vital! ¿Dónde estaría Israel sin Moisés o Josué o Ezequías o David…? Así que si el Señor te llama a liderar, no aceptes su invitación a la ligera, pero ¡acepta la llamada! Si no has sido llamado por ahora como un líder, recuerda orar por aquellos que hoy están en esa compleja posición y por sus familias.
Oración:
Señor, bendice a tu Iglesia con líderes de gran fe, valor, perseverancia e integridad. Bendícenos con valor para responder cuando nos llames a través de nuestros líderes a servir.