Biblia Devocional en 1 Año: Ezequiel 29

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Ezequiel 29: Profecía Contra Egipto

El capítulo 29 de Ezequiel presenta una serie de profecías contra Egipto, destacando su arrogancia y la inevitable caída debido a su oposición a Dios y a su pueblo. A través de Ezequiel, Dios anuncia que Egipto será juzgado por su orgullo y por confiar en su propio poder en lugar de reconocer la soberanía de Dios.

Contexto de la Profecía Contra Egipto

Dios instruye a Ezequiel a profetizar contra Faraón, el rey de Egipto, y contra todo el país de Egipto. La arrogancia del Faraón, que se considera a sí mismo un dios y a Egipto como su creación, es severamente condenada.

Descripción del Juicio

1. Arrogancia del Faraón: El Faraón se presenta como un gran monstruo en el Nilo, que dice: «Mío es el Nilo; yo lo hice.» Esta declaración de autosuficiencia y orgullo es el punto central de la condena. Dios declara que atrapará al Faraón como a un gran monstruo y lo arrastrará fuera del Nilo, junto con todos los peces que dependen de él, simbolizando la destrucción de su poder y su influencia (v. 1-7).
2. Destrucción de Egipto: Dios anuncia que Egipto será desolado y devastado durante cuarenta años. Las ciudades de Egipto quedarán en ruinas y el país será dispersado entre las naciones. Este juicio subraya la gravedad del pecado de Egipto y la certeza de la justicia divina (v. 8-12).

Restauración Parcial

Después de cuarenta años, Dios promete reunir a los egipcios de las naciones donde han sido dispersados y devolverlos a la tierra de Patros. Sin embargo, Egipto no recuperará su antigua gloria; será un reino humilde y nunca más dominará sobre otras naciones. Esta restauración parcial destaca la misericordia de Dios, pero también su juicio continuo (v. 13-16).

Recompensa para Nabucodonosor

Dios declara que Nabucodonosor, rey de Babilonia, será recompensado por su trabajo en la destrucción de Tiro con el saqueo de Egipto. Esto subraya que Nabucodonosor es un instrumento del juicio divino y que su recompensa proviene directamente de Dios (v. 17-21).

Conclusión: Soberanía y Justicia de Dios

Ezequiel 29 concluye reafirmando la soberanía y la justicia de Dios. Egipto, símbolo de orgullo y autosuficiencia, es humillado y juzgado. Al mismo tiempo, Dios muestra misericordia al permitir una restauración parcial. Este capítulo subraya que todas las naciones están bajo la autoridad de Dios y que su justicia es ineludible.

Versículo clave de Ezequiel 29:

Ezequiel 29 presenta, como mencionamos, una profecía contra Egipto, destacando su arrogancia y la inevitable caída debido a su oposición a Dios. Este capítulo subraya la soberanía y la justicia de Dios, así como su misericordia al permitir una restauración parcial para Egipto.

El versículo que resume de manera efectiva el mensaje central de este capítulo es Ezequiel 29:9:

«Y la tierra de Egipto será asolada y desierta; y sabrán que yo soy Jehová, por cuanto dijo: El Nilo es mío, y yo lo hice.»

Este versículo es significativo por varias razones:

Desolación y Juicio: La frase «la tierra de Egipto será asolada y desierta» subraya la severidad del juicio divino. Egipto será devastado como consecuencia de su arrogancia y autosuficiencia.

Reconocimiento de Dios: La declaración «y sabrán que yo soy Jehová» enfatiza el propósito del juicio: que Egipto y las naciones reconozcan la soberanía y la autoridad de Dios.

Condena de la Arrogancia: La razón del juicio se da claramente: «por cuanto dijo: El Nilo es mío, y yo lo hice.» Esta frase destaca la arrogancia del Faraón y la autosuficiencia que provocaron el juicio divino.

Soberanía Divina: Este versículo subraya que Dios es el verdadero creador y soberano, y que cualquier intento de usurpar su autoridad será juzgado severamente.

Oración:

Señor, reconozco tu soberanía y justicia sobre toda la creación. Perdóname por cualquier arrogancia o autosuficiencia en mi vida. Ayúdame a vivir con humildad y a recordar que toda mi seguridad y prosperidad provienen de Ti. Enséñame a depender siempre de tu gracia y a obedecer tus mandamientos. Que mi vida refleje tu poder y tu amor. En El Nombre de Jesús, Amén.