Génesis 30 cuenta la vida familiar de Jacob en la tierra de Labán, su suegro. El estudio bíblico de Génesis 30 examina el dilema de Raquel, que no podía tener hijos, así como el deseo de Jacob de volver a la tierra de sus padres y su tratado con Labán.
Un esquema de Génesis 30 para organizar el contenido del capítulo puede hacerse así:
La angustia de Raquel por la esterilidad (Génesis 30:1-3).
La disputa entre Raquel y Lea (Génesis 30:4-16).
Lea y Raquel dan a luz (Génesis 30:17-26).
Labán hace un pacto con Jacob (Génesis 30:27-36).
Jacob se enriquece (Génesis 30:37-43)
La aflicción de Raquel por su esterilidad (Génesis 30:1-3)
El Génesis 30 comienza registrando la angustia de Raquel, que no podía quedarse embarazada. Era la esposa favorita de Jacob, pero era estéril. En cambio, su hermana Lea fue rechazada, pero ya había dado a luz a Jacob cuatro hijos (Génesis 29:31-35).
La desesperación de Raquel la llevó a sentir celos de Lea. Fue en ese contexto en el que dijo la conocida frase: «Dame hijos o moriré» (Génesis 30:1). Esta fue una declaración que expresó toda la angustia extrema de Rachel. En aquella época, en la cultura de esa región, una mujer estéril no tenía ningún valor y servía de deshonra para su marido.
Ante la petición de Raquel, Jacob se enfadó. Dijo: «¿Soy yo en lugar de Dios quien ha impedido que tu vientre dé fruto?» (Génesis 30:2). Su respuesta, sin embargo, muestra dos aspectos interesantes.
En primer lugar, Jacob, de hecho, indica el conocimiento de la soberanía de Dios. Sabía que la vida estaba en manos del Señor y que era Él quien podía abrir y cerrar el vientre de una mujer. En segundo lugar, esta respuesta muestra quizás la falta de preparación de Jacob en el tema de la oración. Su madre, Rebeca, también había pasado largos años de esterilidad antes de poder concebir gemelos. Sin embargo, a diferencia de Jacob, Isaac intercedió ante Dios por su familia (Génesis 25:21). Al parecer, en aquella ocasión Jacob se eximió de esta responsabilidad como líder espiritual de su casa.
El Génesis 30 también dice que Raquel recurrió a una antigua costumbre para poder experimentar el placer de la maternidad. Ofreció a Jacob su sierva Bilhah para que dejara embarazada a Jacob. Así, a través de Bilhah, Raquel pudo traer hijos a su regazo (Génesis 30:3). La expresión «en mi regazo» significa en hebreo literalmente «rodillas». Según una antigua tradición del Cercano Oriente, la concubina daba a luz literalmente sobre las rodillas de su mujer, simbolizando que era la esposa quien había dado a su marido un hijo legítimo.
La disputa entre Raquel y Lea (Génesis 30:4-16)
La preferencia de Jacob por Raquel, y el hecho de que Lea fuera la esposa fértil, intensificaron la disputa entre las dos mujeres. Jacob accedió a la petición de Raquel y se acostó con Bilhah. Entonces la sierva de Raquel dio a luz un hijo a Jacob que se llamó Dan. Luego Bilhah dio a luz a otro hijo, que se llamó Neftalí (Génesis 30:5-8).
Lea se dio cuenta de que ya no quedaba embarazada, y también recurrió al mismo recurso utilizado por Raquel para poder dar otros hijos a Jacob (Génesis 30:9). Así, a través de Zilpa, Jacob engendró dos hijos más: Gad y Asher (Génesis 30:11-13).
La disputa entre las dos hermanas se hizo aún más evidente en el episodio de las mandrágoras que encontró Rubén. Las raíces de esta planta se consideraban entonces afrodisíacas y eficaces para aumentar la fertilidad. Raquel, desesperada por su esterilidad, deseaba conservar las mandrágoras a toda costa. Para ello, negoció con su hermana, que le dio las mandrágoras a cambio de una noche con Jacob (Génesis 30:14-16).
Lea y Raquel dan a luz (Génesis 30:17-26)
En la noche que Lía pasó con Jacob por el acuerdo con Raquel por las mandrágoras, acabó concibiendo su quinto hijo con Jacob, al que llamó Isacar (Génesis 30:18). Entonces Lía concibió de nuevo y dio a luz a Zabulón. Entonces concibió de nuevo y dio a luz a una hija, a la que llamó Dina (Génesis 30:17-21).
En este punto, el texto bíblico dice que Dios se acordó de Raquel, escuchó su oración y la hizo fértil. Entonces Raquel concibió y dio a luz a su primer hijo, José. Es interesante observar que Raquel atribuyó el nacimiento de José al poder de Dios, y no al episodio de las mandrágoras.
Los nombres de los niños que nacieron ejemplifican muy claramente el drama, la tensión y la rivalidad de las dos esposas de Jacob (Génesis 29:32-34; 30:6,8,11,13,18,20,23,24). A este respecto, destacan dos nombres: 1) Neftalí, «he competido con mi hermana» (Génesis 30:8); y 2) Zabulón, que significa «morada», expresión de la esperanza de Lea de que Jacob pueda finalmente habitar definitivamente con ella (Génesis 30:20). En aquella época, normalmente las esposas de los hombres vivían en tiendas o en casas separadas.
Labán hace un pacto con Labán (Génesis 30:27-36)
Tras el nacimiento de José, Jacob pidió a Labán que le dejara libre para volver a la tierra de sus padres. Pero Labán negoció con Jacob para mantenerlo allí. Labán afirmó haber experimentado que el Señor lo había bendecido por causa de Jacob. La palabra «probado» traduce una expresión hebrea que significa «averiguar por presagio o mediante adivinación». Labán era un hombre pagano, y obviamente adoptó este tipo de prácticas que eran comunes en Mesopotamia.
Aunque Labán probablemente recurrió a la práctica de la adivinación para tratar de averiguar el motivo de la bendición de Jacob, parece que se dio cuenta de que la bendición de Jacob procedía del Señor. Además, por su asociación con Jacob, también fue bendecido (Génesis 30:27).
Labán realmente tenía interés en que Jacob se quedara y hasta le pidió que le fijara un salario. Pero la generosidad de Labán era sólo superficial. Quería engañar a Jacob para que se quedara porque le reportaría beneficios.
Así que Jacob hizo un trato con Labán. Acordó que el pago por su trabajo serían animales nacidos moteados, listados, manchados o de color anormal (Génesis 30:32). Labán aceptó de buen grado la propuesta de Jacob, pues sabía que el acuerdo no le ofrecía ningún riesgo, ya que el nacimiento de los animales requeridos por Jacob no era tan común (Génesis 30:34).
Pero aun así, el astuto Labán se propuso rápidamente engañar a Jacob. Ese mismo día despidió a todos los animales que tenían las características mencionadas por Jacob. De esta manera, el rebaño de Jacob dependería exclusivamente de los animales que nacieran del rebaño que no tuviera esas características; lo que haría que la condición fuera aún más rara (Génesis 30:35,36).
Jacob se enriquece (Génesis 30:37-43)
La última parte del capítulo 30 del libro del Génesis muestra cómo Jacob se enriqueció bajo la bendición de Dios. Entre los versículos 37 y 39 tenemos la descripción de una complicada estrategia que utilizó Jacob. Desprendió algunos palos y los colocó delante del rebaño y en los lugares donde los animales tomaban agua. Entonces los animales concebían frente a las varillas y nacían animales manchados, listados, moteados y de colores anormales.
Los estudiosos interpretan esta experiencia de Jacob de dos maneras. Algunos entienden que Jacob tenía la falsa idea de que si los animales estaban frente a las varas durante el acto de la cría, las crías nacerían con las características que él esperaba. Otros creen que Jacob utilizó realmente las varillas para estimular a los animales a la reproducción. En ese caso, los palos pelados supuestamente liberaban alguna sustancia estimulante que impulsaba a los animales a la actividad de reproducción.
Sea como fuere, el texto es claro al atribuir la prosperidad del rebaño de Jacob a la acción de Dios (Génesis 31:9-12). Jacob tuvo éxito gracias a la bendición del Señor (Génesis 30:43). Se hizo muy rico y se fortaleció para poder volver a la tierra de sus padres.
Devocional:
Dentro del plan eterno de Dios para Jacob, estaba el reto de gestionar un gran dilema familiar: el de tener dos esposas y dos concubinas. En este texto, sigo percibiendo la acción soberana del Señor, que expone al siervo a un problema para instruirlo y educarlo. Jacob había provocado la discordia en su hogar, y ahora, él mismo tendría que gestionar las dificultades de un hogar con problemas. ¡Dios sabe cómo enseñarnos!
Obsérvese en Génesis 30 cómo el tono triste de la disputa entre hermanas se reorienta cuando Dios entra en escena: «Y Dios se acordó de Raquel» (vv.22). Dios siempre está actuando, incluso cuando el escenario no es alentador. Pero es evidente que hay alegría cuando la acción de Dios transforma las situaciones difíciles que afrontamos. Tras años de esterilidad, Raquel da a luz a un niño llamado José, que será decisivo en el proyecto de Dios para preservar la nación. Tras años de lucha, llega la bendición: ¡confiar en Dios aunque su obra parezca tardía! Él actuará en el tiempo que ha determinado y ningún hombre puede cambiar eso.
Jacob muestra una gran confianza en el Señor al decidir regresar a su tierra. ¿Por qué abandonar la aparente seguridad de la casa de su suegro para emprender un viaje que lo pondría en rumbo de colisión con problemas del pasado? Cuando Dios transforma nuestros corazones, ¡caminamos por fe! Y la fe ve posibilidades y oportunidades donde el corazón natural sólo ve imposibilidades. Pídele a Dios un corazón que confíe plenamente en Él.
Génesis 30 me enseña que la confianza en Dios siempre traerá recompensas.
Oración:
Señor, transforma mi corazón de forma que vea cada día, aún en medio de las pruebas, que dónde el hombre ve imposibles, tu ves las mas grandiosas realidades, y en ellas guardas las mayores y más valiosas recompensas eternas para cada uno de los que te siguen con verdadero amor, compromiso y fidelidad. Que sea yo uno de ellos. Te lo pido, En El Nombre de Jesús, Amén.