Biblia Devocional en 1 Año: Génesis 50

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(Lee al final el estudio un devocional de Génesis 50. Esperamos sea de bendición para ti.)

Génesis 50 es el capítulo que cierra el libro del Génesis. El estudio bíblico de Génesis 50 muestra cómo fue el duelo por Jacob y la posterior muerte de José. Sin embargo, antes de eso, el capítulo también registra cómo José mismo trató a sus hermanos con amabilidad después de la muerte de su padre.

Génesis 50 también ofrece un vínculo con los acontecimientos relatados en el libro del Éxodo. Antes de morir, José habló de la promesa de Dios a Abraham de que sus descendientes no se quedarían en Egipto, sino que saldrían de allí hacia la Tierra Prometida. Cuando eso ocurrió, José quiso que sus huesos fueran llevados también en el éxodo (Génesis 50:24,25).

Un esquema de Génesis 50 puede organizarse como sigue:

El duelo por Jacob (Génesis 50:1-14).
La benevolencia de José hacia sus hermanos (Génesis 50:15-21).
La muerte de José (Génesis 50:22-26).

El duelo por Jacob (Génesis 50:1-14).

La narración de Génesis 50 comienza exactamente en el momento de la muerte de Jacob. El texto bíblico relata lo profundamente que José sintió la muerte de su padre (Génesis 50:1). Entonces José ordenó a los médicos egipcios que embalsamaran el cuerpo de su padre. Este proceso duró cuarenta días, y el período de luto duró setenta días (Génesis 50:2,3).

Aunque en la cultura egipcia el embalsamamiento estaba destinado a preservar supuestamente la identidad del difunto en la otra vida, el embalsamamiento del cuerpo de Jacob tenía otra finalidad. Con el embalsamamiento, José pudo llevar el cuerpo de su padre conservado para enterrarlo en Canaán, como había pedido (Génesis 49).

Una vez transcurridos los setenta días de luto, José pidió permiso al faraón para poder ir a enterrar el cuerpo de su padre en Canaán (Génesis 50:5). La petición de José fue concedida, y junto con él una gran procesión salió de Egipto hacia la tierra de Canaán. En esta procesión estaban todos los funcionarios del Faraón, los gobernantes de la tierra de Egipto, los miembros de la casa de José y de la casa de Jacob. En Gosén sólo quedaron los niños y los animales (Génesis 50:7,8). La procesión también iba escoltada por carros y jinetes (Génesis 50:9).

Antes de que la procesión llegara al lugar de enterramiento en Canaán, una vez más hubo grandes lamentos por la muerte de Jacob (Génesis 50:10-11). Después de esto, la procesión continuó, y el cuerpo de Jacob fue enterrado en la cueva del campo de Macpela, junto con sus padres. Después del entierro, todos regresaron a Egipto (Génesis 50:12-14).

La bondad de José con sus hermanos (Génesis 50:15-21)

Después de registrar el entierro de Jacob, el escritor bíblico registra brevemente en Génesis 50 cómo era la relación de José con sus hermanos. Parece que los hermanos de José temían que éste quisiera vengarse de ellos tras la muerte de su padre (Génesis 50:15).

Los hermanos de José le hicieron saber que era el deseo de su padre que perdonara todo el mal que sus hermanos habían hecho contra él en el pasado. Cuando José escuchó estas palabras, se conmovió. Entonces sus hermanos se presentaron ante él y se postraron ante él, asumiendo la posición de siervos (Génesis 50:17,18).

Pero inmediatamente José tranquilizó y consoló a sus hermanos asegurándoles que no les ocurriría ningún daño en Egipto. José incluso respondió a sus hermanos apoyándose en la misteriosa y perfecta providencia de Dios, que puede utilizar incluso el mal para el bien (Génesis 50:20). En su infinita sabiduría, Dios utilizó el atentado contra José como parte de su plan para preservar la familia de la alianza.

La muerte de José (Génesis 50:22-26)

Génesis 50 termina registrando la muerte de José. La Biblia dice que vivió ciento diez años e incluso llegó a conocer a sus tataranietos. Incluso parece que José adoptó a sus tataranietos de Manasés (Génesis 50:22,23).

Cerca del momento de su muerte, José expresó su inquebrantable confianza en la promesa del Señor. Estaba seguro de que la alianza de Dios con Abraham no se perdería, y que Dios visitaría a los hijos de Israel en Egipto para sacarlos de esa tierra y llevarlos a la tierra prometida a Abraham, Isaac y Jacob (Génesis 50:24).

Entonces José hizo jurar a los israelitas que cuando esto sucediera, sus huesos también serían sacados de Egipto (Génesis 50:25). Después de eso José murió. Su cuerpo fue embalsamado y colocado en un ataúd en Egipto (Génesis 50:26). La secuencia de la historia bíblica revela que en el momento del éxodo Moisés sacó los huesos de José de Egipto, y más tarde los israelitas enterraron los restos de José en Siquem (Éxodo 13:19; Josué 24:32).

Devocional:

Entonces se echó José sobre el rostro de su padre, y lloró sobre él, y lo besó. (Génesis 50:1)

La conclusión del Génesis es un texto lleno de emociones fuertes. Aquí vemos la preocupación de José por atender la petición de Jacob de enterrarlo con sus padres. Fíjate en el procedimiento de José de pedir la bendición del faraón para pasar a Canaán (en una época en la que los cristianos no saben someterse a las autoridades públicas, y mucho menos a las eclesiásticas, este ejemplo es inspirador). Es de destacar el miedo que los hermanos de José empezaron a tener de él, hasta el punto de mentir porque temían por su vida. José está por encima de ellos y de sus tramas, comprendiendo que Dios tenía el control de su vida (vv.19,20).

José se convierte en el protagonista de la preservación de la nación israelita y de su establecimiento en Egipto. Y, fielmente, cumple su papel, declarando que su muerte es una página más de la historia divina. Después de todo, la obra era de Dios, no de él. Él era sólo un instrumento, pero el Señor preservaría al pueblo y lo sacaría de Egipto, como se le prometió a Abraham, Isaac y Jacob (vv.24-26). La última petición de José es inspiradora: «cuando Dios te visite, saca mis huesos de aquí». No quedará ni un hueso de los fieles en Egipto. Nuestro destino es el cielo.

Oración:

Señor, que deje prevalecer siempre, como lo hizo José, Tu grandiosa obra en mi vida y no mi propia voluntad; el destino al que me llevas es más grande y mejor de lo que puedo imaginar.