Hageo 2: El Aliento para Continuar la Obra.
En el séptimo mes, el profeta Hageo trae un mensaje de ánimo al pueblo de Israel, especialmente dirigido a Zorobabel, el gobernador de Judá, y a Josué, el sumo sacerdote. Dios reconoce que el nuevo templo, en comparación con el anterior, parece insignificante a los ojos del pueblo: «¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su primera gloria? Y, ¿cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?» (Hageo 2:3). Sin embargo, Jehová les exhorta a ser fuertes y seguir trabajando porque Él está con ellos (Hageo 2:4). Les recuerda que su Espíritu permanece entre ellos como lo prometió cuando salieron de Egipto, por lo tanto, no deben temer (Hageo 2:5).
Dios también hace una promesa sobre el futuro del templo: «La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar» (Hageo 2:9). Esta promesa les asegura que, aunque el templo actual no se vea tan grandioso como el anterior, su gloria futura superará la anterior y traerá paz.
La Pureza del Pueblo y la Bendición del Señor (Hageo 2:10-19)
En el vigésimo cuarto día del noveno mes, Hageo plantea una serie de preguntas a los sacerdotes para enseñar una lección sobre la pureza y la obediencia. Les pregunta si lo santo puede contaminarse al tocar algo impuro, y ellos responden que sí (Hageo 2:12-13). A través de esta ilustración, Dios muestra que el pueblo y toda su obra estaban contaminados porque no habían priorizado la construcción del templo.
El Señor, sin embargo, les invita a considerar cómo las bendiciones habían sido retenidas desde que comenzaron a reconstruir: «Mirad, pues, en vuestro corazón, desde este día en adelante… desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová» (Hageo 2:18). A pesar de su desobediencia anterior, Dios promete bendecirlos a partir de ese día, mostrando su misericordia y disposición a restaurar a su pueblo (Hageo 2:19).
La Promesa a Zorobabel (Hageo 2:20-23)
El capítulo concluye con un mensaje específico para Zorobabel, que Dios comunica a través de Hageo. Dios anuncia que sacudirá los cielos y la tierra, derribando tronos y destruyendo la fuerza de los reinos (Hageo 2:21-22). En medio de este caos, Zorobabel será honrado y establecido como un «anillo de sellar,» un símbolo de autoridad y elección divina: «te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos» (Hageo 2:23). Este pasaje destaca la importancia de Zorobabel en los planes del Señor y su rol en la restauración del pueblo.
Versículo clave de Hageo 2:
«La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.» Hageo 2:9
Este versículo es fundamental porque ofrece una promesa de restauración y esperanza. En un momento en que el pueblo estaba desanimado por la aparente inferioridad del nuevo templo en comparación con el original, Dios les asegura que la gloria futura será aún mayor. A su vez, este pasaje, no solo se refiere al esplendor físico del templo, sino también a la presencia divina que llenará ese lugar con una gloria incomparable.
La promesa de «paz» en este lugar subraya que la bendición de Dios no se limita a la belleza externa, sino que se extiende a la vida interna y espiritual de su pueblo. El Señor les asegura que, aunque las circunstancias actuales parezcan decepcionantes, su plan es llevar a cabo una obra más grande y gloriosa. Este versículo nos recuerda que Dios siempre está trabajando para un futuro lleno de esperanza y que su paz es parte integral de su bendición.
Oración:
Señor, te damos gracias por la promesa de que tu gloria y paz llenarán nuestras vidas de maneras que superan nuestras expectativas. Ayúdanos a confiar en tu plan, incluso cuando nuestras circunstancias actuales no sean lo que esperamos. Que nunca perdamos de vista que tu obra en nosotros está destinada a llevarnos a una gloria mayor y a una paz duradera. Fortalece nuestra fe y guíanos a vivir con la esperanza de lo que estás construyendo en nuestras vidas y en el mundo. En El Nombre de Jesús, Amén.