Hechos 15
Hechos 15 subraya un momento crucial en la historia de la iglesia: la afirmación de que la salvación es por gracia, no por obras ni por la ley de Moisés. Este capítulo nos recuerda que el evangelio es inclusivo y que las diferencias culturales no deben ser un obstáculo para la unidad en Cristo. Además, la separación de Pablo y Bernabé, aunque dolorosa, muestra que Dios sigue obrando a través de sus siervos, incluso en medio de desacuerdos. La misión continúa, y el evangelio sigue extendiéndose, fortalecido por la dirección del Espíritu Santo.
La Controversia sobre la Circuncisión (Hechos 15:1-5)
En Antioquía, algunos creyentes judíos enseñan que los gentiles deben ser circuncidados según la ley de Moisés para ser salvos. Esta enseñanza genera una gran disputa entre ellos y Pablo y Bernabé. La iglesia de Antioquía decide enviar a Pablo, Bernabé y otros a Jerusalén para consultar a los apóstoles y ancianos sobre este asunto.
Al llegar a Jerusalén, Pablo y Bernabé relatan cómo Dios ha obrado entre los gentiles. Sin embargo, algunos creyentes fariseos insisten en que los gentiles deben ser circuncidados y guardar la ley de Moisés.
El Concilio de Jerusalén (Hechos 15:6-21)
Los apóstoles y ancianos se reúnen para considerar la cuestión. Después de mucho debate, Pedro se levanta y recuerda cómo Dios lo eligió para predicar el evangelio a los gentiles (refiriéndose al caso de Cornelio en Hechos 10). Afirma que Dios no hizo distinción entre judíos y gentiles, y que ambos son salvos por la gracia del Señor Jesucristo, no por el cumplimiento de la ley.
Luego, Bernabé y Pablo relatan las señales y maravillas que Dios ha hecho entre los gentiles. Finalmente, Jacobo (Santiago) toma la palabra y respalda lo dicho por Pedro, citando una profecía de Amós que predice la inclusión de los gentiles en el pueblo de Dios. Propone no imponer cargas innecesarias a los gentiles, salvo que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación.
La Carta a los Gentiles (Hechos 15:22-35)
El concilio redacta una carta con la decisión tomada y la envía a Antioquía por medio de Pablo, Bernabé, Judas (llamado Barsabás) y Silas. La carta confirma que los gentiles no deben cumplir la ley de Moisés para ser salvos, sino que deben abstenerse de ciertas prácticas que podrían escandalizar a los creyentes judíos.
Cuando llegan a Antioquía, los creyentes se alegran al leer la carta, y Judas y Silas, profetas, animan y fortalecen a la iglesia con su enseñanza. Después de un tiempo, Judas regresa a Jerusalén, mientras que Pablo y Bernabé continúan enseñando y predicando en Antioquía.
La Separación de Pablo y Bernabé (Hechos 15:36-41)
Pablo propone a Bernabé visitar nuevamente a las iglesias que habían fundado en su primer viaje misionero. Sin embargo, surge un desacuerdo entre ellos respecto a llevar a Juan Marcos, ya que este los había abandonado en el primer viaje. Bernabé quiere llevarlo, pero Pablo no está de acuerdo. Finalmente, deciden separarse: Bernabé toma a Juan Marcos y parte hacia Chipre, mientras que Pablo elige a Silas y se dirige a Siria y Cilicia, fortaleciéndose en la gracia del Señor.
Versículo clave de Hechos 15:
«Entonces toda la multitud cayó, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles.» Hechos 15:12
Este versículo se encuentra en el contexto del primer concilio en Jerusalén, donde los apóstoles y ancianos discutían si los gentiles debían cumplir con la ley de Moisés para ser salvos. Bernabé y Pablo testificaron cómo Dios había obrado poderosamente entre los gentiles, confirmando que la salvación es por gracia, no por obras de la ley. Este evento fue crucial para afirmar que el evangelio es universal y accesible para todos, sin distinción de raza o cultura.
El testimonio de Bernabé y Pablo nos recuerda la importancia de dar gloria a Dios por lo que Él hace en nuestras vidas y en la vida de los demás. También subraya que la obra de Dios trasciende barreras humanas y que Su gracia es suficiente para todos.
Oración:
Señor, gracias porque tu evangelio es para todos y porque tu salvación es por gracia. Ayúdame a ser un testigo fiel de las maravillas que Tú haces, y a compartir con otros el mensaje de esperanza y vida eterna. Que mi vida sea un reflejo de tu amor, y que siempre dé gloria a tu nombre por lo que haces en mí y a través de mí. En el nombre de Jesús, Amén.