(Lee al final el estudio un devocional de Josué 20. Esperamos sea de bendición para ti.)
Resumen
Josué 21 narra como los levitas recibieron cuarenta y ocho ciudades en todo Israel, junto con los pastos circundantes para su ganado (véase 21:41-42; Núm 35:1-8). Entre estas ciudades había seis ciudades de refugio (Núm. 35:6). Eran ciudades en las que una persona que había matado a otra podía huir para ponerse a salvo hasta que fuera juzgada legalmente (Ex 21:12-14). Si se le declaraba culpable de asesinato, sería ejecutado, pero si se descubría que había causado la muerte accidentalmente, podía vivir en la ciudad de refugio bajo la protección del sumo sacerdote mientras éste viviera. Esto limitaba su libertad, pero al mismo tiempo le aseguraba estar a salvo de la venganza de la familia del muerto (20:1-6; Núm 35:9-34).
Tres de las ciudades de refugio estaban en el oeste del Jordán y tres en el este. En las regiones occidental y oriental, una ciudad se encontraba en la sección norte, otra en el centro y otra en el sur (21:7-9; Núm 35:14-15). Leví tuvo tres hijos, Coat, Gersón y Merari. Aarón era de la familia de Coat, y todos los descendientes de Aarón, y ningún otro, eran sacerdotes (Éxodo 6:16, 18, 20; Números 3:10).
Resúmen de versículos
21.1-42 – Se designaron cuarenta y ocho ciudades en las que los levitas podían vivir y apacentar el ganado en sus alrededores. Dichas ciudades seguirían siendo propiedad de otras tribus, pero los levitas tendrían derechos de vivienda y pastoreo, ya que no poseían otras porciones de tierra (Jos 13.14,33; 14-3; 18.7). Como maestros de la Ley (Deut. 33:10; 2 Cr. 17:7-9; 35:3; Mal. 2:6-9), los levitas estarían mejor capacitados para enseñar si vivieran dispersos por la tierra.
21.1-3 – Los levitas acudieron a Josué para reclamar su parte legítima del territorio, que incluía ciudades a lo largo de la zona que Dios había prometido (Núm. 35.1-8). Los suburbios eran los terrenos que rodeaban cada ciudad.
21:4-8 – Aquí se determinan las ciudades levíticas por sorteo. La (palabra lote aparece cinco veces en estos versos, pero este fue el método directo utilizado por Dios para elegir las ciudades. Dios tenía el control de todos los aspectos del proceso de la herencia.
21:4,9-42 – La rama sacerdotal de los coatitas, descendientes de Aarón, recibió 13 ciudades de Judá, Simeón y Benjamín. Además, los sacerdotes aarónicos estaban ubicados estratégicamente para servir en el templo y en el territorio que permaneció en manos de los descendientes de Judá a lo largo de los años y después del exilio babilónico. Algunas de las ciudades no estaban realmente en posesión de Israel en ese momento (por ejemplo, Gezer), y otras aparentemente nunca estuvieron bajo el control de Israel en ningún momento (por ejemplo, las ciudades filisteas de Eltek y Gibbethon). Es posible que estos nombres reflejen simplemente las zonas vigentes en la época de Josué. Gran parte de la tierra quedó por tomar incluso después de su distribución (Jos. 13:1; 15:63; 16:10; 17:12,13).
21.43-45 – La gloriosa conclusión de estos dos capítulos y de toda la segunda parte de este libro (capítulos 13 a 21) celebra el hecho de que las cosas sucedieron como Dios había prometido. Lo que se había dicho todo el tiempo se afirma ahora plenamente: el Dios de Israel es un Dios que cumple sus promesas. Cumplió el acuerdo que había hecho con Moisés y los demás patriarcas, dando la posesión de Canaán a los israelitas y garantizándoles el descanso.
Devocional:
Jehová mandó por medio de Moisés que nos fuesen dadas ciudades donde habitar, con sus ejidos para nuestros ganados. (Josué 21:2)
Los levitas reciben ciudades
Para que los levitas pudieran ministrar espiritualmente a todo el pueblo, sus ciudades y sus alrededores debían estar dispersos entre las tribus. En total, 48 ciudades con sus alrededores fueron entregadas a los levitas y sus familias. Entonces el Señor concedió el descanso a los israelitas en toda la tierra, como había prometido a sus antepasados. «Ninguno de todos sus enemigos resistió ante ellos; a todos los entregó el Señor en sus manos. No faltó ni una sola promesa de todas las buenas palabras que Yahveh había dicho a la casa de Israel; todo se cumplió» (v. 45).
El Señor cuida de nosotros y de nuestras familias y podemos confiar en sus promesas. Aunque haya dificultades, Él no nos ha abandonado ni olvidado.
Al enfrentarnos a las dificultades de este mundo, recordemos que estamos en las fronteras de la Canaán celestial. Las promesas del Señor se cumplirán y habrá descanso para siempre.
Oración:
Señor, que mi confianza esté puesta siempre en Tu poder y Tus promesas, para que mi fe nunca tiemble.