Biblia Devocional en 1 Año: Lucas 16

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Lucas 16

Lucas 16 resalta la prioridad de los valores espirituales sobre los materiales y la necesidad de actuar con sabiduría para garantizar un destino eterno con Dios. Nos invita a evaluar cómo usamos nuestros recursos y si vivimos con justicia y compasión, recordando que nuestras decisiones terrenales tienen consecuencias eternas.

La Parábola del Mayordomo Infiel (Lucas 16:1-13)

Jesús cuenta de un administrador que, al ser acusado de malgastar los bienes de su señor, decide asegurar su futuro rebajando las deudas de los acreedores. El señor alaba su astucia, no por su deshonestidad, sino por actuar con previsión. Jesús enseña que los hijos de luz deben usar los bienes materiales para fines eternos, pues no se puede servir a Dios y a las riquezas simultáneamente.

La Ley, los Profetas y el Reino de Dios (Lucas 16:14-18)

Los fariseos, amantes del dinero, ridiculizan a Jesús, pero Él les reprende, afirmando que lo que ellos consideran valioso puede ser abominable para Dios. Jesús reafirma la validez de la Ley y los Profetas, señalando que su cumplimiento es a través del reino de Dios, enfatizando la fidelidad en las enseñanzas.

El Rico y Lázaro (Lucas 16:19-31)

Jesús narra la historia de un rico que vivió en lujos y de Lázaro, un mendigo que sufría a su puerta. Tras la muerte, Lázaro es llevado al seno de Abraham, mientras que el rico sufre tormentos en el Hades. El rico pide alivio, pero Abraham le recuerda que recibió sus bienes en vida y que hay un abismo infranqueable entre ellos. El rico suplica que adviertan a sus hermanos, pero Abraham responde que tienen a Moisés y a los profetas para escuchar.

La parábola subraya la necesidad de vivir con compasión, arrepentimiento y fe en esta vida, pues la eternidad refleja las decisiones tomadas en la tierra.

Versículo clave de Lucas 16:

«Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.» Lucas 16:13

En este versículo, Jesús confronta una lucha común en el corazón humano: la lealtad dividida. Él deja claro que es imposible ser devoto a Dios mientras se busca con avidez las riquezas o se pone la confianza en bienes materiales. Este mensaje no solo denuncia la idolatría del dinero, sino que nos invita a reflexionar sobre nuestras prioridades y fidelidades.

Dios no está en contra de los recursos materiales, pero exige ser el centro de nuestra vida. Cuando Él ocupa el primer lugar, nuestras decisiones y valores se alinean con Su voluntad, mostrando que nuestra esperanza está puesta en lo eterno y no en lo temporal.

Oración:

Padre celestial, enséñame a depender de Ti y no de las riquezas de este mundo. Que mi corazón esté anclado en tu amor y no en lo efímero. Ayúdame a servirte con integridad, poniendo siempre tu reino en primer lugar. En el nombre de Jesús, Amén.