Lucas 4:
En Lucas 4, vemos cómo Jesús vence la tentación, afirma su autoridad sobre los espíritus malignos y declara su misión mesiánica. Su poder no solo libera de las enfermedades y posesiones, sino que ilumina a las almas que están dispuestas a recibir la verdad.
Tentación de Jesús en el Desierto (Lucas 4:1-13)
Jesús, lleno del Espíritu Santo, es guiado al desierto, donde pasa cuarenta días sin comer y enfrenta la tentación de Satanás. El diablo intenta desviarlo de su misión ofreciéndole gratificación inmediata, poder y protección si se postra ante él. Sin embargo, Jesús responde a cada tentación con las Escrituras, reafirmando su obediencia y confianza en Dios. Al final, el diablo se retira hasta otro momento oportuno.
Inicio del Ministerio en Galilea (Lucas 4:14-15)
Después de las tentaciones, Jesús regresa a Galilea en el poder del Espíritu. Su enseñanza comienza a ganar renombre, y rápidamente se convierte en una figura respetada entre el pueblo, enseñando en las sinagogas y siendo alabado.
Jesús en Nazaret y el Rechazo de Su Pueblo (Lucas 4:16-30)
Jesús visita Nazaret, su pueblo natal, y asiste a la sinagoga donde lee el pasaje de Isaías 61:1-2, declarando que en él se cumplen las profecías sobre el Mesías que libera a los oprimidos. Aunque al principio los presentes se muestran sorprendidos por sus palabras, la reacción cambia cuando Jesús menciona que los profetas a menudo eran enviados a gentiles en lugar de a israelitas, insinuando que muchos en Nazaret carecen de fe. Esto enfurece a la multitud, que intenta arrojarlo por un precipicio, pero Jesús se va sin sufrir daño alguno.
Expulsión de un Demonio en Capernaúm (Lucas 4:31-37)
Jesús continúa su ministerio en Capernaúm, enseñando en la sinagoga con autoridad. Allí, un hombre poseído por un espíritu impuro lo confronta, pero Jesús reprende al demonio y lo expulsa. La gente se asombra de su poder sobre los espíritus y su autoridad al enseñar, y su fama se extiende rápidamente por la región.
Sanidad de la Suegra de Pedro y Otros Milagros (Lucas 4:38-41)
Jesús visita la casa de Simón Pedro, cuya suegra está enferma con fiebre. Jesús la sana, y ella inmediatamente se levanta y les sirve. Al atardecer, una multitud se reúne, trayendo a todos sus enfermos y afligidos por demonios. Jesús los sana y expulsa a muchos espíritus, demostrando su compasión y poder sanador. Los demonios reconocen a Jesús como el Hijo de Dios, pero Él les prohíbe hablar.
Jesús Predica en Otras Ciudades (Lucas 4:42-44)
Al día siguiente, Jesús se retira a un lugar solitario para orar, pero las multitudes lo buscan y le ruegan que no se vaya. Jesús, sin embargo, explica que su misión es llevar el evangelio a otras ciudades de Israel también, pues ha sido enviado para anunciar el reino de Dios. Así, continúa predicando en las sinagogas de toda Judea.
Versículo clave de Lucas 4:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos.» Lucas 4:18
En este versículo, Jesús está en la sinagoga de Nazaret, leyendo de Isaías y declarando que esta profecía se cumple en Él. Es un momento poderoso en el cual revela Su misión en la Tierra: llevar esperanza, sanidad y liberación a aquellos que más lo necesitan. Las «buenas nuevas a los pobres» y «libertad a los cautivos» representan no solo un alivio físico, sino una promesa de transformación espiritual para quienes se sienten oprimidos o atados por el pecado y las circunstancias difíciles de la vida.
Jesús nos muestra aquí que Su ministerio abarca tanto las necesidades físicas como espirituales de la humanidad, y nos invita a recibir Su libertad y sanidad, recordándonos que Él es la solución divina para nuestras luchas más profundas.
Oración:
Señor, gracias porque en Ti encuentro sanidad y libertad. Ayúdame a abrir mi corazón para recibir Tus buenas nuevas y a vivir bajo el poder de Tu Espíritu. Que pueda llevar Tu luz a quienes están quebrantados, y que mi vida refleje el amor y la compasión que Tú nos muestras. En el nombre de Jesús, Amén.