Malaquías 3: La Promesa del Mensajero (Malaquías 3:1-5)
El capítulo 3 de Malaquías comienza con una promesa profética de Dios, anunciando la llegada de un mensajero: “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí” (Malaquías 3:1). Este mensajero se refiere a Juan el Bautista, quien preparará el camino para la venida del Señor (Mateo 11:10). Luego, el propio Señor vendrá repentinamente a Su templo. Esta venida es una referencia a la primera y segunda venida de Cristo.
El Señor será como «fuego purificador y como jabón de lavadores» (Malaquías 3:2), es decir, purificará a Su pueblo, especialmente a los sacerdotes y levitas, para que puedan ofrecer sacrificios en justicia (Malaquías 3:3). Dios promete juzgar con justicia a los hechiceros, adúlteros, y opresores, y a todos los que no temen Su nombre (Malaquías 3:5).
Llamado al Arrepentimiento (Malaquías 3:6-12)
Dios declara: “Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos” (Malaquías 3:6). A pesar de la infidelidad de Israel, El Señor ha mostrado Su paciencia y gracia. Él los invita a regresar a Él, prometiendo que si lo hacen, Él también se volverá a ellos (Malaquías 3:7).
Uno de los principales pecados que Dios señala es el robo en los diezmos y ofrendas: «¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado… en vuestros diezmos y ofrendas» (Malaquías 3:8). El Señor los reta a que traigan todos los diezmos al alfolí, y promete bendecirlos abundantemente si lo hacen: “Derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10). Además, promete proteger sus campos y bendecir el fruto de su tierra (Malaquías 3:11), y todas las naciones reconocerán la bendición de Dios sobre ellos (Malaquías 3:12).
Queja del Pueblo y Respuesta del Señor(Malaquías 3:13-18)
En los versículos 13-15, Dios responde a las quejas del pueblo. Ellos afirmaban que servirle era inútil, porque veían que los malvados prosperaban mientras ellos sufrían. Decían: «Es vano servir a Dios» (Malaquías 3:14), y pensaban que los orgullosos y malvados eran los que obtenían el favor de Dios.
Sin embargo, Dios toma nota de los que le temen: “Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó” (Malaquías 3:16). El Señor promete que aquellos que le sirven fielmente serán Su especial tesoro y que habrá una clara distinción entre los justos y los impíos en el día del juicio (Malaquías 3:17-18).
Versículo clave de Malaquías 3:
«Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.» Malaquías 3:10
Este versículo es clave porque expresa una promesa poderosa de Dios a su pueblo, ligada a la obediencia en dar los diezmos. Dios reta a su pueblo a probar su fidelidad mediante el cumplimiento de este mandamiento, asegurando que, si lo hacen, Él abrirá las ventanas de los cielos para bendecirlos abundantemente. Esta promesa revela el deseo del Señor de bendecir a su pueblo cuando confían en Él y ponen su provisión en sus manos.
El mensaje también es un recordatorio del corazón generoso de Dios, quien está listo para derramar bendiciones sobre aquellos que confían en Él. Es un llamado a la fidelidad y a reconocer que todo lo que tenemos proviene de Él. La obediencia en esta área se convierte en un acto de fe que abre la puerta a la provisión divina.
Oración:
Señor, te agradecemos por tu promesa de bendición para aquellos que te obedecen y confían en tu provisión. Ayúdanos a ser generosos y fieles con lo que has puesto en nuestras manos, reconociendo que todo proviene de ti. Enséñanos a vivir con corazones agradecidos y dispuestos a dar para tu obra, sabiendo que siempre cuidarás de nosotros. Que nuestra confianza en ti sea firme y que podamos ver tus bendiciones derramarse sobre nuestras vidas. En El Nombre de Jesús, Amén.