Marcos 1
En Marcos 1, se establece el tono del evangelio: el poder y la autoridad de Jesús sobre la enfermedad, los demonios y el pecado. También se resalta la importancia de la oración en el ministerio de Jesús y su llamado al arrepentimiento y fe en el evangelio.
Introducción del Evangelio y el Ministerio de Juan el Bautista (Marcos 1:1-8)
El evangelio de Marcos comienza con la proclamación de Jesucristo como Hijo de Dios y la narración del ministerio de Juan el Bautista. Juan predica en el desierto, llamando al arrepentimiento y bautizando a las multitudes en el río Jordán, en cumplimiento de las palabras del profeta Isaías: «Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas» (Marcos 1:3). Juan bautiza con agua, pero anuncia que uno más poderoso que él vendrá, quien bautizará con el Espíritu Santo.
El Bautismo y Tentación de Jesús (Marcos 1:9-13)
Jesús llega desde Nazaret de Galilea y es bautizado por Juan en el Jordán. Cuando Jesús sale del agua, el cielo se abre, el Espíritu Santo desciende sobre Él como una paloma, y una voz del cielo declara: «Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia» (Marcos 1:11). Después, el Espíritu lleva a Jesús al desierto donde es tentado por Satanás durante cuarenta días. Allí, está acompañado por ángeles que le sirven.
El Inicio del Ministerio de Jesús (Marcos 1:14-20)
Después del arresto de Juan, Jesús comienza su ministerio en Galilea, proclamando: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio» (Marcos 1:15). Llama a sus primeros discípulos, Simón (Pedro) y Andrés, luego a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, invitándolos a seguirlo y convertirse en «pescadores de hombres».
Los Milagros y la Autoridad de Jesús (Marcos 1:21-34)
Jesús enseña en la sinagoga de Capernaum, y su enseñanza sorprende a la multitud debido a la autoridad con la que habla. En medio de su enseñanza, expulsa un espíritu inmundo de un hombre, mostrando su poder sobre los demonios. Su fama se extiende rápidamente. Luego, Jesús cura a la suegra de Simón, y al anochecer, muchas personas enfermas y poseídas por demonios son llevadas a Él para ser sanadas.
El Ministerio de Oración de Jesús y Su Predicación en Galilea (Marcos 1:35-39)
Muy temprano, Jesús se retira a un lugar solitario para orar. Cuando sus discípulos lo encuentran, les dice que deben ir a otras aldeas para predicar, porque esa es su misión. Así, Jesús predica en las sinagogas de toda Galilea y expulsa demonios.
La Limpieza de un Leproso (Marcos 1:40-45)
Un leproso se acerca a Jesús, rogándole que lo sane. Jesús, movido por compasión, extiende su mano, lo toca y lo sana, diciendo: «Quiero; sé limpio» (Marcos 1:41). Aunque Jesús le pide al hombre que no hable de su sanidad, el hombre lo divulga ampliamente, lo que obliga a Jesús a quedarse en lugares solitarios, ya que grandes multitudes lo buscaban.
Versículo clave de Marcos 1:
«Vino Juan bautizando en el desierto, y predicando el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados.» Marcos 1:4
Este versículo es importante porque introduce la misión de Juan el Bautista, cuyo ministerio preparó el camino para la venida de Jesús. Juan predicaba en el desierto, un lugar apartado, llamando a las personas a arrepentirse de sus pecados y a ser bautizadas como símbolo de ese arrepentimiento. Su mensaje de arrepentimiento es un llamado fundamental para los corazones de aquellos que buscan ser reconciliados con Dios.
El bautismo de Juan, aunque simbólico, representaba una limpieza interior y un compromiso para vivir en obediencia a Dios. El acto de arrepentimiento que él predicaba sigue siendo un elemento esencial en la vida cristiana, recordándonos que la transformación espiritual comienza con un corazón que ha reconocido sus faltas.
Oración:
Señor, te damos gracias por el llamado al arrepentimiento que nos has dado a través de tu siervo Juan. Ayúdanos a mantener nuestros corazones humildes, dispuestos a reconocer nuestros pecados y a buscar tu perdón. Que cada día vivamos en obediencia y entrega a tu voluntad, renovados por tu gracia. En el nombre de Jesús, Amén.