Marcos 15
Marcos 15 es un relato profundo del sacrificio de Jesús, desde su juicio hasta su muerte y sepultura. A lo largo del capítulo, Jesús soporta el rechazo, la burla y el sufrimiento extremo, permaneciendo fiel a su misión redentora. Su muerte no solo simboliza el pago por el pecado, sino también la reconciliación entre Dios y la humanidad, representada por el rasgamiento del velo del templo.
Jesús ante Pilato (Marcos 15:1-5)
En la mañana, los líderes religiosos llevan a Jesús ante Pilato, el gobernador romano, acusándolo de proclamarse Rey de los judíos, un desafío a la autoridad de Roma. Pilato interroga a Jesús, pero Él responde con silencio, aceptando su destino sin defensa. Este episodio destaca la sumisión de Jesús y la dureza de los líderes, quienes lo entregan a las autoridades romanas por sus propios intereses.
El Pueblo elige a Barrabás (Marcos 15:6-15)
Siguiendo la costumbre de liberar a un prisionero en la Pascua, Pilato ofrece al pueblo la elección entre Jesús y Barrabás, un criminal notorio. Influenciado por los líderes religiosos, la multitud elige a Barrabás y pide la crucifixión de Jesús. Aunque Pilato sabe que Jesús es inocente, cede ante la presión popular para evitar disturbios. Esto revela la manipulación de las autoridades religiosas y la injusticia que rodea el juicio de Jesús.
La Burla de los Soldados (Marcos 15:16-20)
Los soldados se burlan de Jesús, vistiéndolo con un manto púrpura y una corona de espinas para ridiculizar su título de Rey. Lo golpean y escupen antes de llevarlo al lugar de la crucifixión. Estas humillaciones subrayan el sufrimiento físico y emocional de Jesús, quien soporta el rechazo y el desprecio del mundo para cumplir con su propósito de redención.
La Crucifixión de Jesús (Marcos 15:21-32)
Simón de Cirene es obligado a llevar la cruz hasta el Gólgota, donde crucifican a Jesús. Lo colocan entre dos criminales y clavan un cartel que dice “El Rey de los judíos.” Los transeúntes, junto con los líderes religiosos y los soldados, se burlan de Él, incitándolo a descender de la cruz para probar su divinidad. Jesús, sin embargo, permanece en silencio y no responde a las provocaciones, aceptando su papel en el plan de redención.
La Muerte de Jesús (Marcos 15:33-41)
Al mediodía, una oscuridad cubre la tierra hasta las tres de la tarde, cuando Jesús exclama en voz alta, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Esta expresión muestra el dolor de separación al cargar con los pecados del mundo. Poco después, Jesús muere, y el velo del templo se rasga, simbolizando el acceso directo a Dios a través de su sacrificio. Un centurión romano, al ver la forma en que Jesús muere, reconoce que verdaderamente es el Hijo de Dios.
El Sepulcro de Jesús (Marcos 15:42-47)
José de Arimatea, miembro respetado del consejo, pide permiso a Pilato para enterrar el cuerpo de Jesús. Coloca a Jesús en un sepulcro nuevo, cerrándolo con una piedra grande. Las mujeres que habían seguido a Jesús observan el lugar donde lo colocan, preparándose para cuidar de su cuerpo. Este entierro humilde y respetuoso cierra el capítulo, preparando el escenario para la resurrección.
Versículo clave de Marcos 15:
“Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloí, Eloí, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Marcos 15:34
Este versículo revela un momento de extrema agonía espiritual y física de Jesús en la cruz, donde Él, al cargar con los pecados de la humanidad, experimenta una separación momentánea de la presencia del Padre. Su clamor expresa la profundidad de su sacrificio y la gravedad de nuestro pecado. Al asumir nuestras culpas, Jesús muestra el amor incomparable de Dios, dispuesto a soportar el sufrimiento máximo a través de Su hijo para restaurarnos a Su presencia.
Este acto de sacrificio nos recuerda el costo de nuestra redención y la fidelidad de Dios, que no dejó a su Hijo en la tumba, sino que lo resucitó, venciendo la muerte. El llamado de Cristo desde la cruz es un recordatorio del amor divino y una invitación a responder con una vida entregada en gratitud y devoción.
Oración:
Señor, gracias por el sacrificio de tu Hijo en la cruz, quien soportó el desamparo para que hoy podamos contar con tus promesas de salvación. Ayúdanos a recordar el precio de nuestra salvación y a vivir cada día en agradecimiento y obediencia a Ti. Que nuestra vida refleje la profundidad de Tu amor, y que nunca olvidemos el inmenso sacrificio que nos dio nueva vida. En el nombre de Jesús, Amén.