Marcos 7:
En Marcos 7, Jesús desafía las normas religiosas que privilegian las tradiciones externas sobre la pureza del corazón. Enseña que lo que verdaderamente contamina es lo que sale del corazón, como el mal y el orgullo, en lugar de aquello que entra en el cuerpo. Este capítulo también muestra que la fe auténtica y humilde, como la de la mujer sirofenicia, es digna de ser honrada. Finalmente, Jesús muestra su poder y compasión al sanar al hombre sordo y tartamudo, revelando una vez más su deseo de restauración completa.
La Tradición de los Ancianos (Marcos 7:1-13)
Los fariseos y escribas cuestionan a Jesús sobre por qué sus discípulos comen sin cumplir con los rituales de purificación de manos. Jesús responde señalando que ellos han dejado a un lado los mandamientos de Dios para seguir tradiciones humanas. Cita al profeta Isaías: «Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí» (Marcos 7:6-7), criticando que invalidan la Palabra de Dios con sus tradiciones. Jesús les da el ejemplo de la tradición del «corbán» (una ofrenda dedicada a Dios) que permite evitar responsabilidades hacia los padres, mostrando cómo manipulan la ley en beneficio propio.
Lo que Contamina al Hombre (Marcos 7:14-23)
Jesús enseña a la multitud y a sus discípulos sobre la verdadera fuente de impureza. Les explica que lo que entra en el cuerpo, como los alimentos, no contamina a una persona, sino lo que sale del corazón. Explica que las malas acciones, como la maldad, el orgullo, la envidia y el engaño, provienen del interior y son las que realmente contaminan. Este mensaje desafía la interpretación farisaica, enfocándose en la pureza del corazón más que en ritos externos.
La Fe de la Mujer Sirofenicia (Marcos 7:24-30)
Jesús viaja a la región de Tiro y Sidón, donde una mujer griega, sirofenicia de nacimiento, le pide que expulse a un demonio de su hija. Jesús le responde, probando su fe, al decir que primero se debe alimentar a los hijos antes que a los «perritos» (una referencia a los gentiles). Ella, con humildad y fe, responde que incluso los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. Admirado por su fe, Jesús le concede su petición, y su hija queda libre del demonio.
Jesús Sana a un Sordo y Tartamudo (Marcos 7:31-37)
Jesús pasa por la región de Decápolis, donde le traen a un hombre sordo y con dificultad para hablar. Jesús lo aparta de la multitud, toca sus oídos y su lengua, y mirando al cielo, dice: «¡Efatá!» (que significa «¡Sé abierto!»). Al instante, el hombre es sanado y puede oír y hablar con claridad. La multitud, asombrada, exclama: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos» (Marcos 7:37).
Versículo clave de Marcos 7:
«Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí.» Marcos 7:6.
En este versículo, Jesús cita al profeta Isaías mientras confronta a los líderes religiosos de su tiempo, quienes observaban estrictamente las tradiciones externas pero carecían de un corazón entregado a Dios. A través de estas palabras, Jesús señala la diferencia crucial entre la adoración superficial y la verdadera devoción. Aunque los fariseos y escribas cumplían con rituales y normas, su adoración no era sincera; honraban a Dios con sus palabras, pero su corazón no estaba comprometido con Él.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la autenticidad de nuestra propia adoración y a cuestionarnos si nuestras acciones y palabras realmente provienen de un corazón sincero o simplemente cumplen con expectativas externas. Jesús desea una relación profunda con nosotros, no solo prácticas externas; lo que realmente importa es una fe viva y un amor genuino por Dios que fluya desde lo más profundo del corazón.
Oración:
Señor, te pedimos que examines nuestro corazón y lo purifiques para que te honremos de verdad. Ayúdanos a adorarte no solo con palabras, sino con cada pensamiento y acción. No permitas que caigamos en la trampa de una adoración superficial; en su lugar, que nuestra devoción sea auténtica y profunda. Queremos vivir para ti con un corazón sincero, buscando siempre tu verdad. En el nombre de Jesús, Amén.