Mateo 19: El divorcio y el matrimonio (Mateo 19:1-12)
Los fariseos se acercaron a Jesús para probarlo, preguntándole si era lícito que un hombre se divorciara de su esposa por cualquier causa. Jesús respondió recordando el propósito original del matrimonio según las Escrituras: «Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne» (Mateo 19:5). Declaró que lo que Dios ha unido, el hombre no debe separarlo. Los fariseos preguntaron entonces por qué Moisés permitió el divorcio. Jesús explicó que fue debido a la dureza de sus corazones, pero que desde el principio no fue así. También aclaró que cualquiera que se divorcie de su esposa, excepto por causa de fornicación, y se case con otra, comete adulterio. Los discípulos, sorprendidos por la enseñanza, comentaron que tal vez sería mejor no casarse. Jesús respondió que no todos pueden aceptar esta enseñanza, sino solo aquellos a quienes les es dado.
Jesús bendice a los niños (Mateo 19:13-15)
Después, unos niños fueron llevados a Jesús para que los bendijera. Los discípulos trataron de impedirlo, pero Jesús les dijo: «Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos» (Mateo 19:14). Luego puso sus manos sobre ellos y los bendijo, mostrando su amor y aceptación hacia los pequeños.
El joven rico (Mateo 19:16-22)
Un joven se acercó a Jesús y le preguntó qué debía hacer para obtener la vida eterna. Jesús le dijo que debía guardar los mandamientos, a lo cual el joven respondió que ya los había cumplido. Entonces Jesús le dijo que si quería ser perfecto, debía vender todo lo que tenía, dárselo a los pobres y seguirlo. El joven se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Este pasaje muestra la dificultad que puede haber para desprenderse de los bienes materiales cuando estos ocupan el lugar que le corresponde a Dios en el corazón.
La dificultad de los ricos para entrar en el reino de Dios (Mateo 19:23-30)
Jesús comentó a sus discípulos lo difícil que es para los ricos entrar en el reino de los cielos, utilizando la metáfora de un camello que pasa por el ojo de una aguja. Los discípulos, asombrados, preguntaron quién podría salvarse entonces. Jesús les aseguró que para los hombres es imposible, pero que para Dios todo es posible. Pedro, hablando en nombre de los discípulos, preguntó qué recibirían ellos por haber dejado todo para seguir a Jesús. Jesús les prometió que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en su trono, ellos también se sentarían en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Además, prometió que cualquiera que dejara casas, familia o bienes por su causa recibiría mucho más y heredaría la vida eterna. Concluyó diciendo que «muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros».
Versículo clave de Mateo 19:
«Jesús les dijo: De cierto os digo, que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido, también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.» Mateo 19:28
Este versículo es clave porque Jesús habla de la recompensa prometida a aquellos que le siguen fielmente. Les asegura que, en el tiempo de la regeneración, cuando Él regrese en su gloria, los discípulos también tendrán una posición de honor y autoridad. Este versículo nos recuerda que el sacrificio y la entrega en la vida terrenal no son en vano, sino que serán recompensados en el reino venidero.
La «regeneración» a la que se refiere Jesús marca el comienzo de una nueva era en la cual Él gobernará con justicia y poder. Los discípulos que han seguido a Cristo con fidelidad compartirán en ese gobierno, lo que subraya la importancia de la dedicación y la obediencia a la voluntad de Dios. Este versículo no solo mira al futuro, sino que también nos motiva a perseverar en la fe con la certeza de que hay una recompensa celestial.
Oración:
Señor, te agradecemos por la promesa de la vida eterna y la esperanza de un reino donde tú reinarás en justicia. Ayúdanos a seguirte con fidelidad, sin importar los desafíos que enfrentemos en esta vida. Que nuestras acciones y decisiones diarias reflejen nuestro deseo de honrarte y servirte, con la vista puesta en las recompensas eternas que solo tú puedes ofrecer. Te pedimos la fortaleza para perseverar en la fe hasta el día en que podamos estar contigo en tu gloria. En El Nombre de Jesús, Amén.