(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 105. Esperamos sea de bendición para ti)
Salmo 105 – Alabanza a la fidelidad de Dios
El Salmo 105 es un himno de alabanza y gratitud a Dios por su fidelidad y maravillosas obras en la historia del pueblo de Israel. En este salmo, el autor recuerda y celebra los actos poderosos de Dios en la vida de su pueblo, desde los tiempos de Abraham hasta la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto.
El salmo comienza con una exhortación a dar gracias al Señor y a invocar su nombre. En los versículos 1 al 6, el autor insta a recordar las maravillas que Dios ha hecho y a buscarlo de todo corazón. Se enfatiza la importancia de transmitir las obras de Dios de generación en generación, para que todas las naciones conozcan su poder.
En los versículos 7 al 11, el salmista recuerda las promesas que Dios hizo a Abraham, Isaac y Jacob, y cómo Dios protegió y multiplicó a su pueblo elegido en tiempos de escasez y dificultad. El autor destaca la fidelidad de Dios al guardar su pacto y cumplir sus promesas a lo largo de la historia.
En los versículos 12 al 15, el salmista relata la historia de José y cómo Dios lo elevó de ser un esclavo en Egipto a gobernar sobre toda la tierra de Egipto. Se menciona cómo Dios lo capacitó para interpretar sueños y cómo su sabiduría lo llevó a una posición de poder y autoridad.
En los versículos 16 al 22, el salmista narra la historia de cómo Dios envió hambre a la tierra de Canaán y cómo José fue enviado por delante para preparar el camino para la liberación de su pueblo. Se menciona cómo Dios abrió las puertas de la prisión de José y cómo lo exaltó hasta ser el gobernante de Egipto.
En los versículos 23 al 38, el salmista relata el período de la esclavitud de Israel en Egipto y cómo Dios envió plagas sobre los egipcios para liberar a su pueblo. Se mencionan las plagas de sangre, ranas, piojos y langostas, y cómo Dios protegió a su pueblo mientras enviaba juicio sobre sus opresores.
En los versículos 39 al 45, el salmista describe la liberación de Israel de Egipto y su travesía por el desierto. Se enfatiza cómo Dios proveyó para las necesidades de su pueblo, les dio su palabra y estableció un pacto eterno con ellos. El autor concluye el salmo recordando las promesas de Dios a Abraham y cómo las cumplió al guiar a su pueblo a la tierra prometida.
En resumen, el Salmo 105 es un himno de alabanza y gratitud a Dios por su fidelidad y maravillosas obras en la historia del pueblo de Israel. El salmo recuerda y celebra los actos poderosos de Dios, desde los tiempos de Abraham hasta la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto. Se destaca la fidelidad de Dios al guardar su pacto y cumplir sus promesas. El salmo concluye con un recordatorio de las promesas de Dios a Abraham y cómo las cumplió al guiar a su pueblo a la tierra prometida.
Este Salmo nos enseña la importancia de recordar y celebrar las obras poderosas de Dios en la historia. Nos invita a ser agradecidos por su fidelidad y a confiar en sus promesas. También nos recuerda que Dios es capaz de liberarnos de cualquier opresión y proveer nuestras necesidades. Nos anima a buscar a Dios de todo corazón y a transmitir su obra a las generaciones futuras.
Devocional:
Buscad a Jehová y su poder; Buscad siempre su rostro. (Salmos 105:4)
El hermoso resumen de la historia de Israel nos muestra situaciones en las que los cambios también fueron necesarios. Veamos Abraham dejó su tierra «y se puso en camino, sin saber a dónde iba» (Heb 11:8). José fue llevado de su casa a Egipto, de la casa de Potifar a la cárcel, y de la cárcel al gobierno de Egipto. Moisés pasó de esclavo a príncipe de Egipto, de príncipe a pastor, de pastor a enviado de Dios para liberar al pueblo de la esclavitud, y de Egipto al desierto. El pueblo de Israel pasó de Egipto al desierto y del desierto a Canaán. Hubo muchos cambios, pero todos en beneficio del pueblo de Dios.
El Señor nunca nos pide que hagamos algo en detrimento nuestro. Siempre busca nuestro bienestar eterno. Por amor a nosotros, nos ordena: «No toquéis a mi ungido» (v. 15). Sólo hace «salir a su pueblo» (v.37) allí donde no hay posibilidad de crecimiento. «Él es el Señor, nuestro Dios» (v. 7), y debemos confiar en que todos los cambios que quiere hacer en nuestras vidas son para que pueda guiarnos con alegría «y a sus elegidos con alegres cánticos» (v. 43).
Si Dios te llama a lo que crees que es demasiado difícil, deja que tu corazón se alegre (v.3), ¡porque estás recibiendo una llamada del Señor del Universo! Él será una nube para ti, que te aliviará en el fuego de la prueba. Y será como fuego, calentando tu corazón con la llama del Espíritu Santo. Sólo tienes que hacer lo que hicieron Moisés y Aarón, que «no se rebelaron contra su palabra» (v. 28). Tenemos en nuestras manos las preciosas verdades de la «santa Palabra» de Dios (v. 42) y debemos tomarlas en serio.
Satanás sabe que estamos controlados por nuestros sentidos y siempre pondrá ante nosotros «manjares» (Dan.1:8) que nos resulten atractivos, haciéndolos mucho más atrayentes que «así dice el Señor». Sin embargo, quien de todo corazón procura guardar los preceptos y las leyes de Dios (v.45) se da cuenta de que «son más dulces que la miel y el destilado de los panales» (Sal.19:10).
Al final, amados, lo que definirá nuestro destino eterno serán nuestras propias elecciones. ¿Aferrarnos a nuestros propios gustos y preferencias, o aceptar los planes del Señor? ¿Buscar «siempre su presencia» (v.4), o conformarnos con el «café con leche» de una religiosidad de apariencias? Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés y Aarón fueron hombres como nosotros, «sujetos a los mismos sentimientos» (St 5,17), pero que, mediante la fe y la obediencia, nos dejaron un legado extraordinario.
Dios espera la manifestación de Sus hijos definitivos, «hombres que no se compren ni se vendan; hombres que sean verdaderos y honestos en sus corazones; hombres que no teman llamar al pecado por su nombre correcto; hombres cuyas conciencias sean tan fieles al deber como la brújula lo es al polo; hombres que se mantengan firmes en lo que es correcto, aunque caigan los cielos»
¡Feliz día, ungidos del Señor!
Oración: