(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 11. Esperamos sea de bendición para ti)
Estudio bíblico sobre el Salmo 11
El Salmo 11 expresa la confianza del salmista en Dios. El estudio bíblico del Salmo 11 deja claro que el Señor es un refugio fuerte para su pueblo. En él hay poder más que suficiente para proteger a todos los que buscan su ayuda.
El título del Salmo 11 revela que su autor fue el rey David. El mismo título indica además que el salmo debía llegar al cantor principal, probablemente para ser utilizado en el culto público en Israel. Teniendo en cuenta el contenido del salmo, parece que David lo escribió en una época de penurias y amenazas.
El esquema del Salmo 11 puede organizarse del siguiente modo:
El consejo guiado por la desesperación (Salmo 11:1-3).
El consejo guiado por la fe (Salmo 11:4-7).
El consejo de la desesperación (Salmo 11:1-3)
El Salmo 11 comienza con una afirmación rotunda sobre la fiabilidad de Dios: «En el Señor me refugio» (Salmo 11:1). Los creyentes perseguidos saben muy bien que el Señor es el único refugio seguro para ellos.
Con esta frase comienza el salmista David su respuesta a un consejo dirigido por la voz de la desesperación. Los consejeros de David, aunque bienintencionados, le dieron consejos basados en el punto de vista humano.
Ante la crisis, aconsejaron a David que huyera y se escondiera de los enemigos que conspiraban contra su vida. Esto queda claro en las siguientes palabras: «¿Cómo, pues, decís a mi alma: Huye como ave a tu monte? Porque he aquí que los impíos tensan el arco, preparan su flecha en la cuerda, para disparar en secreto contra los rectos de corazón» (Salmo 11:1,2).
Lo que está claro es que se aconsejaba al rey David que buscara refugio en algún lugar humanamente seguro, en vez de buscar refugio en Dios. Los consejeros de David también evaluaron que ningún esfuerzo valdría la pena en aquel escenario inestable, porque el orden estaba arruinado. Por eso dijeron: «Destruidos los cimientos, ¿qué puede hacer el justo?» (Salmo 11:3).
El consejo guiado por la fe (Salmo 11:4-7)
En la secuencia del Salmo 11, David señala la soberanía de Dios. Demuestra que es consciente de que el trono que gobierna el universo no está vacío. El Rey Soberano ejerce el control sobre todo y sobre todos. Nada escapa a su atención, pues sus ojos están atentos y escrutan a los hombres (Salmo 11:4). Citando las mismas palabras iniciales de David, el profeta Habacuc concluye que, ante la soberanía de Dios, toda la tierra debe callar (Habacuc 2,20).
A continuación, el salmista confirma la enseñanza de la Escritura de que el Señor, aunque trascendente, evalúa a todos los hombres. Sí, de forma trascendente, en el trono del cielo, Él gobierna el universo, pero de forma inmanente pone a prueba tanto a los justos como a los malvados de la tierra, y no tolera la maldad (Salmo 11:5).
Luego, la parte final del Salmo 11 aporta una reflexión sobre el juicio inviolable de Dios. El salmista dice que el Señor «hará llover brasas de fuego y azufre sobre los malvados» (Sal 11,6). Estas palabras constituyen una clara descripción del día del juicio, en el que el mal será destruido. Incluso estas palabras recuerdan el juicio que se derramó contra Sodoma y Gomorra (Génesis 19:24).
Todavía en el mismo versículo 6, el salmista dice: «y un viento de fuego será la parte de su copa». La Biblia utiliza la figura de la copa tanto para hablar de la bendición divina como para hablar de la ira divina. Los auténticos creyentes toman de la copa de la bendición divina, pues Cristo tomó en su lugar la copa de la ira divina. Pero los impíos, en cambio, rechazan la obra de la redención. Entonces llegará el día en que tomarán ineludiblemente de la copa de la ira de Dios.
Por último, el salmista David concluye el Salmo 11 alabando la justicia de Dios y declarando que los rectos contemplarán el rostro de Aquel que es absolutamente justo (Salmo 11:7). Evidentemente, se trata de una afirmación escatológica que alcanzará su pleno cumplimiento en la consumación de los siglos. Aunque ya ahora Dios da a conocer su presencia en medio de su pueblo, el día del retorno de Cristo los redimidos podrán contemplar su rostro. Es por todo esto por lo que el salmista realmente pudo declarar enfáticamente: «En el Señor me refugio» (Salmo 11:1).
Devocional:
Porque Jehová es justo, y ama la justicia; El hombre recto mirará su rostro. (Salmos 11:7)
El salmo once tiene siete versículos. ¡Es perfecto! Pero aún más perfecto es el mensaje de este Salmo: «En el Señor me refugio» (v. 1), comienza el salmista David. Pues quien tiene a Dios como refugio, no tiene que temerle como Juez. Desde «Su templo santo» (v.4), el Señor contempla todo lo que sucede en el mundo, y también en nuestro corazón. Las pruebas no son para reprocharnos nada, sino para fortalecer al justo y redimir al impío (v. 5). Pero llegará el día en que la gracia dará paso al juicio (v.6, Ap.20:9) y todos los que no hayan abandonado el pecado recibirán lo que no fue preparado para ningún ser humano, sino «para el diablo y sus ángeles» (Mt.25:41).
El amor de Dios no hace acepción de personas, Él ama a todos (Juan 3:16). Pero la justicia de Dios debe establecer una diferencia entre la maldición y la bendición, entre la vida y la muerte. Y esta misma elección nos propone también el Señor: «He puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición; elige, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia» (Dt.30:19). ¿Cómo elegir, pues, la vida y la bendición? «Amando al Señor, tu Dios, escuchando Su voz y adhiriéndote a Él, pues de ello depende tu vida y tu longevidad» (Dt 30,20). Es decir, amados, necesitamos
1° Amar a Dios;
2° Escucharle, obedeciéndole;
3° Aferrarnos a Él, manteniendo una relación diaria con nuestro Dios.
En resumen: seguir los pasos de Jesús.
¡Buenos días, imitadores de Cristo!
Oración:
Amado Dios, nos acercamos a ti con gratitud y humildad en nuestros corazones. Tú eres nuestro refugio seguro y nuestra fortaleza en tiempos de adversidad. En medio de un mundo incierto y lleno de desafíos, encontramos consuelo en tu presencia constante. Gracias porque eres justo y amas la justicia. Tus ojos examinan cada situación y conoces los corazones de todos los seres humanos. Confiamos en que nunca permitirás que los justos sean derribados y que los malvados reinen. Tú eres un Dios de justicia y tus caminos son perfectos. Ayúdanos a confiar en tu soberanía y a mantenernos firmes en nuestra fe, sabiendo que estás en control de todas las circunstancias. Danos valentía para hacer lo que es correcto y defender la verdad en medio de la adversidad. Permítenos ser luz en la oscuridad y testimonios vivientes de tu amor y justicia. Que nuestras vidas reflejen tu gloria y que nuestra confianza en ti sea inquebrantable. En el Nombre de Jesús, Amén