(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 122. Esperamos sea de bendición para ti)
El Salmo 122: Alegría y Gratitud por la Casa de Dios
El Salmo 122 es un himno de alegría y gratitud dedicado a la casa de Dios y, en particular, a Jerusalén, la ciudad santa. Este Salmo expresa el entusiasmo y la emoción de los peregrinos que se dirigen a Jerusalén para adorar en el templo y celebrar festividades religiosas.
La Alegría de Ir a la Casa de Dios
El Salmo 122 comienza con una expresión de alegría y emoción: «Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos.» (Salmo 122:1). El salmista comparte su alegría al unirse con otros creyentes en la decisión de dirigirse a la casa de Dios. Esta apertura establece la temática del Salmo, enfocándose en la alegría y la gratitud por el lugar de adoración.
Oración por la Paz de Jerusalén
El Salmo 122 incluye una oración por la paz de Jerusalén: «Pida la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman.» (Salmo 122:6). Esta oración refleja la importancia de la paz y la prosperidad en la ciudad santa, ya que Jerusalén era un lugar central de adoración y fe. La prosperidad de la ciudad se consideraba un reflejo de las bendiciones divinas.
El Lugar de Justicia y Tribunal
En los versículos 3 y 5, el Salmo 122 menciona a Jerusalén como el lugar de justicia y tribunal: «Jerusalén, edificada como ciudad que está bien unida entre sí… allí están las sillas del juicio, las sillas de la casa de David.» Estos versículos destacan la importancia de la justicia y la administración legal en la ciudad, así como la conexión con la casa de David, la dinastía real de Israel.
Relevancia Actual
El Salmo 122 tiene una relevancia continua en la vida de los creyentes. Nos recuerda la alegría y la gratitud que experimentamos al unirnos en adoración con otros creyentes. También destaca la importancia de orar por la paz y la prosperidad en nuestras ciudades y comunidades.
En resumen, el Salmo 122 es un himno de alegría y gratitud por la casa de Dios y por Jerusalén, la ciudad santa. Este Salmo celebra la comunión de los creyentes en la adoración y enfatiza la importancia de la paz y la prosperidad en la ciudad de Dios. Es un recordatorio de la alegría que experimentamos al adorar juntos y al orar por la paz en nuestras comunidades.
Devocional:
Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos. Nuestros pies estuvieron Dentro de tus puertas, oh Jerusalén. (Salmos 122:1-2)
Una oración por la paz es sin duda una oración apropiada para una ciudad cuyo propio nombre significa paz. La palabra hebrea para paz, shalom, significa mucho más de lo que abarca nuestra palabra castellana. Shalom incluye plenitud de vida, equilibrio, salud, la presencia activa de Dios en nuestro caminar diario, así como la restauración de la creación original (Edén). También incluye la idea de bendiciones, que es el resultado de tener una relación correcta con el Dios de la paz. ¡Vaya! No es de extrañar que la palabra se siga utilizando hoy en día como saludo en las calles de esa ciudad, al igual que se ha hecho durante siglos. Y algún día no muy lejano Dios condescenderá a hacerla de nuevo el lugar de residencia del Dios de la paz.
Alguien dijo que la paz que Jesús nos da no es la ausencia de problemas, sino la confianza de que Él está ahí con nosotros, siempre. Una tribu de los primeros indios nativos americanos tenía un rito de paso único para los jóvenes valientes que ilustra bien esta paz. En la noche del decimotercer cumpleaños de un muchacho, después de aprender habilidades de caza, exploración y pesca, se le sometía a una última prueba. Fue internado en un denso bosque para pasar toda la noche solo. Hasta entonces, nunca se había alejado de la seguridad de su familia y de la tribu. Pero esa noche, le vendaron los ojos y le llevaron a varios kilómetros de distancia. Cuando se quitó la venda, se encontraba en medio de un espeso bosque, ¡y estaba aterrorizado! Cada vez que se quebraba una ramita, visualizaba un animal salvaje listo para abalanzarse. Después de lo que pareció una eternidad, cuando amaneció y los primeros rayos de sol penetraron en el interior del bosque, el niño miró a su alrededor y vio flores, árboles y el contorno del camino. Entonces, para su total asombro, contempló la figura de un hombre de pie a pocos metros, armado con un arco y una flecha. Era su padre, que había estado allí toda la noche.
Oración:
Señor, nuestro Padre Celestial, rogamos por la paz de Jerusalén y para que Tu paz esté en nuestras vidas este día y todos los días, y nos permita luchar contra las adversidades de la vida y las trampas del enemigo que quieran impedir nuestro avance hacia Tu grandiosa voluntad. En El Nombre de Jesús, Amén.