(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 134. Esperamos sea de bendición para ti)
Título: Alabanza a Dios por su fidelidad y poder soberano
El Salmo 134 es una breve alabanza a Dios dirigida a los siervos de Dios en Jerusalén. Este salmo se dividiría generalmente en dos secciones: los versículos 1-2 contienen una invitación a alabar a Dios, mientras que los versículos 3-5 describen las razones para tal alabanza.
Los versículos 1-2 sirven como una invitación a alabar a Dios. El salmista insta a los siervos de Dios en el templo en Jerusalén a «alabar al SEÑOR». Se los anima a «bendicen el nombre del SEÑOR» de noche y de día. El contexto sugiere que estos «siervos» son los levitas y sacerdotes que servían en el templo las 24 horas del día. Su trabajo de servicio continuo a Dios los hacía adecuados para responder a esta invitación a alabarlo constante y fervientemente día y noche.
Los versículos 3-5 pasan a enumerar tres razones principales por las cuales estos siervos deben alabar a Dios. En primer lugar, se dice que Dios es «digno de ser alabado» porque él «es bueno». Esto probablemente se refiere a la bondad inherente y la benevolencia salvífica de Dios. En segundo lugar, se dice que Dios es digno de alabanza porque «su misericordia es eterna». La misericordia de Dios hacia su pueblo se describe como constante y duradera para siempre. Tercero, se dice que Dios es digno de alabanza debido a «sus obras». Aquí probablemente se refiere a las grandes obras de Dios como Creador y Soberano sobre la historia y el universo.
Los detalles semánticos dentro del texto hebreo también proporcionan información útil. La frase «el SEÑOR es bueno» usa la forma del adjetivo que implica bondad inherente e intrínseca. La frase «su misericordia es eterna» usa una frase que literalmente significa «de generación en generación», enfatizando la continuidad intergeneracional de la misericordia divina. La frase final, «sus obras», usa una palabra que implica las obras divinas tanto de creación como de redención a lo largo de la historia. Juntos, estos detalles semánticos enfatizan la bondad absoluta, la misericordia constante y el poder soberano de Dios como razones fundamentales para su alabanza.
Podemos observar aquí algunos temas y enseñanzas teológicas importantes. En primer lugar, Dios merece la alabanza constante de su pueblo debido a quién él es: bueno, misericordioso y soberano. En segundo lugar, el servicio a Dios, incluso los deberes repetitivos como el servicio en el templo, deben realizarse como actos de adoración y alabanza. En tercer lugar, la bondad, la misericordia y las obras de Dios a través de la historia enfatizan su soberanía providencial sobre los asuntos humanos. Por último, la alabanza a Dios debe ser algo continuo, no esporádico, como se implora que sea «de día y de noche».
En resumen, el Salmo 134 es una breve pero resonante llamada a la alabanza constante a Dios basada en su inherente bondad, misericordia eterna y poder soberano revelado en sus obras a lo largo de la historia. Invita a los siervos dedicados en el templo, así como a todos los creyentes, a adorar a Dios ferviente y continuamente debido a quién él es. Esta alabanza representa una respuesta apropiada al carácter y a las acciones de un Dios digno de nuestra adoración y alabanza sin cesar.
Devocional:
Desde Sion te bendiga Jehová, El cual ha hecho los cielos y la tierra. (Salmos 134:3)
¿Quién nos bendice? ¿Los que nos pusieron en el mundo? ¿Los que nos llevaron a Dios? ¿Los que nos enseñaron las primeras letras? ¿Alguien mayor que nosotros? ¿Alguien más perfecto ante El Señor, que nosotros? ¿Alguien más poderoso materialmente que nosotros?
En sentido estricto, quien tiene autoridad para bendecirnos es el Señor (Gén. 14:19). Ésta es la enseñanza del salmista: «Bendito seas del Señor, que hizo el cielo y la tierra» (Sal. 115:15). La misma palabra aparece más adelante: «Desde Sión te bendiga el Señor, que hizo el cielo y la tierra» (Sal. 134:3).
En situaciones complejas, ¿de dónde vendrá la ayuda? La respuesta inmediata sólo puede ser ésta: «Mas nuestra ayuda está en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra» (Sal. 124:8).
El propósito del salmista es llevarnos al Todopoderoso y no a alguien más grande que nosotros, pero menos que Dios. El Dios que nos ayuda y nos bendice es el mismo que «hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos» (Hch. 4:24; 14:15; Ap. 14:7). El poeta quiere generar confianza y seguridad, quiere evitar la decepción: «Bienaventurado aquel cuyo auxilio es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Señor su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, el cual guarda verdad para siempre» (Sal. 146:5-6).
Necesitamos acercarnos no a las cisternas, ni a los lagos, ni a los ríos, sino a la Fuente primera, de la que procede el agua de las cisternas, los lagos y los ríos. Del que «en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día» (Éxo. 20:11).
Oración:
Señor, te damos gracias por ser la fuente de toda bendición y ayuda. Confiamos en ti en todo momento, ya sea en tiempos de prosperidad o dificultad, porque tu amor y cuidado por nosotros nunca cambia. En El Nombre de Jesús, Amén.