(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 145. Esperamos sea de bendición para ti)
Salmo 145: Un canto de alabanza a la grandeza, la bondad y la fidelidad de Dios
El Salmo 145 es un hermoso canto de alabanza atribuido a David, que expresa admiración y gratitud por la grandeza, la bondad y la fidelidad de Dios. Sirve como exaltación del carácter de Dios y de Sus obras, y como llamada a todas las generaciones para que se unan en adoración y alabanza. Exploremos los temas y mensajes clave de este salmo.
En los versículos iniciales del Salmo 145, David establece el tono del salmo al declarar su intención de alabar a Dios con todo su ser. Reconoce Su grandeza y lo describe como digno de alabanza sin fin. David da a esta alabanza un sentido eterno al declarar que la sostendra, por los siglos de los siglos, hasta el fin de los tiempos.
Los versículos 3 a 7 se centran en la grandeza de las obras y el carácter de Dios. David proclama la majestad del Señor y señala que Sus hechos y obras son maravillosos, asimismo Su grandeza y Su inescrutable poder. Expresa su deseo de meditar en el esplendor de Dios y de declarar Sus poderosos actos. David destaca su bondad, justicia y compasión, subrayando Su disposición a ayudar y Su abundante amor, que se demuestra en el cuidado y protección constantes del Señor por cada uno de sus hijos.
Pasando a los versículos 8 a 9, David subraya la bondad de Dios y Su compasión por todas Sus criaturas. Le describe como clemente, misericordioso y lento a la cólera y a la ira, y por el contrario, abundante en un amor firme e inalterable por toda Su creación. David declara que Dios es bueno con todos y que Su compasión se extiende a todas Sus obras. Reconoce a Dios como fuente de provisión y cuidado para todos los seres vivos.
En los versículos 10 a 13, David reflexiona sobre la soberanía del Todopoderoso y Su reino eterno. Proclama que todas las obras llevadas a cabo por Él, serán una fuente de acción de gracias y bendecirán Su santo nombre. David expresa su deseo de que todos los pueblos conozcan y declaren los poderosos actos de Dios y el glorioso esplendor de Su reino. Reconoce el reinado fiel del Señor, Su dominio eterno y Su poder para sostener a todos los que caen.
En los versículos 14 a 16, David destaca la cercanía del Padre de los cielos para con Él y Su cuidado para todos aquellos que con fidelidad Le invocan. Proclama que Dios sostiene a los justos y levanta a los que están postrados, provee a los hambrientos y satisface los deseos de todo ser viviente, pues está atento a satisfacer las necesidades de Su creación.
En resumen, el Salmo 145 es un canto de alabanza a la grandeza, la bondad y la fidelidad de Dios. Refleja la profunda admiración de David por el carácter del Señor y Sus obras. Este salmo presenta a cada cristiano una representación constante de la importancia de adorar y alabar al Señor, reconociendo Su grandeza, Su bondad y Su fidelidad, que es demostrada a cada uno de sus hijos diariamente en cada pequeña bendición y hasta de forma invisible, que aún cuando no podamos percibir, constituyen obras del cuidado amoroso y paterno que el Señor, da sin miramientos a toda Su creación.
Devocional:
Cada día te bendeciré, Y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. (Salmos 145:2)
La exaltación del nombre de Dios y la difusión de Su Palabra comenzaron en la fuente original de la humanidad. Desde Adán, el Creador y las obras de Sus manos han sido proclamados de generación en generación. Desde la primera familia hasta la última, éste es el mensaje que debería resonar en todos los hogares cristianos: «Bueno es Jehová para con todos, Y sus misericordias sobre todas sus obras.» (v.9). La bondad de Dios, que «nos lleva al arrepentimiento» (Rom 2,4), y sus misericordias, que «son la causa de que no nos consumamos» (Lam 3,22), demuestran la fidelidad del Señor «en todas sus palabras» (v 13).
«Todos los días» (v.2) hay una invitación del Cielo para que tú y yo meditemos sobre el glorioso esplendor de la majestad de Dios y sus maravillas (v.5) y hablemos y hagamos públicas sus obras y su «gran bondad» (v.7). La alabanza de David refleja el carácter de la verdadera adoración. No se centra en las sensaciones y emociones, sino en una entrega racional de nuestras facultades a Dios, fortalecidos nuestros sentidos por el poder de la Palabra. Sólo a través de la experiencia personal somos capacitados por el Espíritu para predicar el Evangelio del Reino mediante la eficacia de esta relación. En primer lugar, necesitamos conocer a Jesús, y sólo después presentárselo a los demás.
David obtuvo este conocimiento vivificante y nos dejó testimonios escritos de su experiencia. También hay dos personajes que, aunque anónimos para mí, fueron gigantes en lo que se refiere a la evangelización práctica y eficaz: el endemoniado de Gerasene y la samaritana. El primero fue liberado de una condición tan degradante y baja que cualquiera de nosotros la habría considerado imposible de resolver. El otro personaje también estaba al margen de la sociedad. Avergonzada y abochornada, caminaba entre sus conciudadanos como si las marcas de su vida de pecado estuvieran al descubierto. Pero cuando el calor del sol se hizo más intenso, el sol de la justicia brilló sobre su vida. Cansada de ser engañada y utilizada por los hombres, se encontró cara a cara con el Hombre que nunca miente y nunca defrauda. Su sed física se olvidó por completo ante el Agua Viva que inundó su alma. Y, abandonando su cántaro, anunció a los que la despreciaban: «Venid conmigo a ver a un hombre que me ha contado todo lo que he hecho». Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él gracias al testimonio de la mujer» (Jn 4,29 y 39).
«Cercano está Jehová a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras.» (v. 18). Aceptemos la llamada de Dios y Él estará siempre con nosotros, haciendo de nuestra vida una alabanza «a su santo nombre por los siglos de los siglos» (v. 21). ¡Velemos y oremos!
¡Buenos días, verdaderos adoradores!
Oración:
Amado Padre celestial, hoy nos unimos en adoración y alabanza a Tu nombre eterno. Reconocemos que Tú eres digno de ser glorificado y exaltado todos los días de nuestra vida. Permítenos experimentar la plenitud de Tu bondad y misericordia, y que nuestras palabras y acciones reflejen la grandeza de Tu amor. Ayúdanos a conocer a Jesús profundamente para poder compartir Su salvación con los demás. Que nuestras vidas sean testimonios vivientes de Tu cercanía y poder transformador. En el nombre de Jesús, Amén.