(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 147. Esperamos sea de bendición para ti)
Salmo 147: Alabanza a la restauración, el poder y la providencia de Dios
El Salmo 147 es un salmo de alabanza y acción de gracias que celebra la restauración, el poder y la providencia de Dios el cual llama a los creyentes a reconocer y magnificar su grandeza, resaltando las grandes maravillas hechas por el Señor, que reúne a los desterrados, cura a los quebrantados de corazón y sostiene toda la creación. Exploremos los temas y mensajes clave de este salmo.
El salmo comienza con una llamada a alabar al Señor. Destaca la alegría y el deleite que produce cantar alabanzas a Dios, por lo que El salmista anima a la congregación de Israel a alabarlo y adorarlo reconociendo Su bondad y Su gracia.
En los versículos 2 a 6, el salmista destaca la restauración y el poder impactante y perfecto de Dios. El salmista proclama que El Señor edifica Jerusalén y reúne a los desterrados de Israel. Esta metáfora de restauración e inclusión transmite el amor de Dios por Su pueblo y Su deseo de traerlo de vuelta del exilio o la dispersión. El salmista se maravilla ante la comprensión y el poder infinitos del Señor, señalando que cuenta y nombra las estrellas, y además subraya que el entendimiento y el poder de Nuestro Padre Celestial no tienen medida, y que por dicho poder, Él levanta a los humildes y derriba a los malvados.
Los versículos 7 a 11 se centran en la provisión y el cuidado de Dios por Su creación. El salmista ensalza la fidelidad de Dios al proporcionar lluvia para regar la tierra, haciendo que crezca la hierba y florezcan los cultivos, destaca a su vez, el grandioso cuidado del Todopoderoso por los animales, alimentándolos y satisfaciendo sus necesidades dejando claro con ello, la naturaleza bondadosa de Dios en detalles que demuestran Su amoroso cuidado y la atención que presta a cada elemento de Su creación.
En los versículos 12 a 14, el salmista cambia el enfoque hacia la relación de Dios con Su pueblo. Reconoce el favor y el afecto de Dios por Israel, refiriéndose a él como el pueblo elegido. Declara que El Señor refuerza los barrotes de sus puertas y bendice a sus hijos dentro de ellas. Esta metáfora simboliza la protección y las bendiciones de Dios sobre Su pueblo, garantizando su seguridad y prosperidad.
En los versículos 15 a 18 se continúa haciendo hincapié en el poder de Dios sobre la naturaleza. El salmista describe el dominio de Dios sobre los elementos, haciendo que caiga la nieve, se forme la escarcha y sople el viento, al mismo tiempo, se maravilla ante el poder de la palabra de Dios, que derrite el hielo, hace fluir las aguas y transmite Su mensaje a Su pueblo, poniendo en relieve el control del Señor sobre el mundo natural, subrayando Su capacidad para cumplir Sus propósitos.
El salmo concluye en los versículos 19 a 20 con una llamada de alabanza continua. El salmista afirma que Dios ha revelado Su palabra y Sus estatutos a Israel, dando a conocer Sus caminos y Sus actos. Todo ello se contituye en el privilegio y la responsabilidad de Israel al recibir la revelación de Dios. Sirve de recordatorio para adorarle y obedecerle reconociendo Su autoridad y guía.
El Salmo 147 es un salmo de alabanza y acción de gracias que celebra la restauración, el poder y la providencia de Dios. Invita a los creyentes a reconocer y magnificar la grandeza del Señor omnipotente y todopoderoso, reconociendo Su fidelidad al reunir y restaurar a Su pueblo. El salmista destaca la provisión y el cuidado de Dios por Su creación, subrayando Su amorosa atención a cada detalle. También subraya el poder de Dios sobre la naturaleza, mostrando Su soberanía y capacidad para cumplir Sus propósitos, sobre la tierra y sobre cada uno de sus hijos.
Devocional:
Se complace Jehová en los que le temen, Y en los que esperan en su misericordia. (Salmos 147:11)
Son muchos los que han buscado respuestas a preguntas que están más allá de la comprensión de la mente humana. Como seres finitos, somos incapaces de comprender el infinito en su plenitud. El Señor es grande «y su entendimiento no se puede medir» (v. 5). Querer desentrañar los misterios de Dios es como querer convertirlo en un ser finito. Lo que nos ha dejado en Su Palabra es suficiente para que aprendamos de Él y vivamos en Él, como está escrito: «Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.» (Dt.29:29).
El Señor conoce a cada uno de sus hijos. Conoce nuestro ser más íntimo. Sabe lo que nos hace felices y lo que nos hace llorar. Amados, si sabe cuántas estrellas hay en todo el universo «llamándolas a todas por su nombre» (v.4), ¿qué nos hace pensar que no nos mira a nosotros? Mientras estemos en este mundo manchado por el pecado, nuestros corazones se harán a menudo pedazos y la vida nos marcará con heridas que nunca parecen cicatrizar. Pero si, a pesar de todo, confiamos en el Señor que nos sostiene (v. 6), él mismo sanará nuestros corazones y atenderá cada una de nuestras heridas (v. 3).
Temer a Dios requiere confianza, pero también acción. Necesitamos clamar al Señor para vivir siempre una fe práctica. Una fe que no se tambalee aunque no podamos entender por qué estamos pasando por algún tipo de aflicción. Job sufrió una prueba muy terrible y, sin embargo, en ningún momento dudó de la fidelidad y la grandeza de Dios. Al contrario, su sufrimiento hizo que conociera a Dios de una forma que nunca antes había experimentado: «Te conocía sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven» (Job 42:5).
El Todopoderoso lo controla todo. Él es «el Principio y el Fin» (Ap.22:13). Igual que estableció las leyes de la naturaleza, también «muestra Su Palabra… Sus leyes y Sus preceptos» (v.19) a todo el que Le teme y espera en Su misericordia (v.11). Así que no ignoremos las enseñanzas que nos ha dejado (v.20). La falta de fe proviene de una vida que no se deleita en escuchar y estudiar la Palabra del Señor, pues «la fe viene por la predicación, y la predicación por la palabra de Cristo» (Rom 10,17).
Recuerda la palabra que nos dejó el Señor: «El justo vivirá por la fe» (Hch.2:4). Jesús nos ha llamado a seguirle y nos ha dejado como el manual perfeto de la fe, la Gran Santa Biblia. Sigamos reanimándonos con ella. Aceptemos la amable invitación del Señor a esperar en Él. Y tendremos motivos de sobra para declarar cada día: «¡Aleluya!» (v. 20) «¡Grande es nuestro Señor todopoderoso!» (v. 5). ¡Velemos y oremos!
¡Feliz día, hombres y mujeres de fe!
Oración:
Señor, aumenta mi fe y hazla sólida y fuerte, para, en cada desafío de la vida luchar confiado en Tus promesas de bien y de victoria. En El Nombre de Jesús, Amén.