(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 52. Esperamos sea de bendición para ti)
Explicación y significado del Salmo 52
El Salmo 52 se atribuye a David y es una reflexión sobre la caída de los malvados y la fidelidad de Dios. El salmo comienza con un título que lo relaciona con un suceso de la vida de David, cuando se enfrentó al jefe edomita Doeg, que le traicionó ante Saúl. En este salmo, David se dirige a los impíos y contrasta sus acciones con el amor firme y la fidelidad de Dios.
David empieza dirigiéndose al «hombre poderoso» o al malvado jactancioso que confía en su propia riqueza y poder más que en la gracia del Señor, excelso y omnipotente, autoridad sobre toda la tierra. Describe la lengua engañosa del malvado, que urde maldades y trama destrucción contra los justos. David subraya que el amor de la persona malvada por el mal y el engaño le llevarán finalmente a la perdición.
En contraste, David destaca la justicia y la fidelidad de Dios. Reconoce que Dios hara recaer sobre los malvados su juicio y los desarraigará de la tierra de los vivos. Los malvados pueden que durante un tiempo, alcancen terrenalmente ciertas bondades producto de sus comportamientos impíos o mala astucia, pero al final serán destruidos. David contrasta su prosperidad temporal con la fidelidad duradera de Dios, que rescatará a los justos y los llevará a morar en Su presencia.
David expresa su confianza en la justicia de Dios y le alaba por Su amor inquebrantable. Declara su confianza en El Padre de Los Cielos, afirmando que esperará Su salvación y seguirá alabándole. David anima a los justos a refugiarse en El Señor y a poner su esperanza en Su amor inquebrantable.
El salmo concluye con una declaración de confianza en la fidelidad de Dios. David expresa su compromiso de dar gracias a Dios eternamente y de esperar que Su nombre, que representa Su carácter y reputación, sea alabado. Reconoce que El Señor le ha librado de problemas en el pasado y expresa su confianza en que seguirá librándole en el futuro.
En resumen, el Salmo 52 contrasta la perversidad de los malvados, que confían en sus propias fuerzas y realizan acciones engañosas, con el amor y misericordia de un Dios fiel y justo. Destaca la caída final de los malvados y la fidelidad y justicia duraderas de Nuestro Padre de los Cielos, y anima a los justos a confiar en Dios, refugiarse en Él y esperar Su salvación. El salmo concluye con una declaración de continuo agradecimiento y alabanza al Señor por Su liberación y fidelidad.
Devocional:
Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; En la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre. (Salmos 52:8)
Obligado por las circunstancias, David vivió parte de su vida como un fugitivo. Cuando se dio cuenta de las intenciones asesinas de Saúl, intentó huir. Su prudente comportamiento le salvó de la muerte, pero, como hombre perseguido, su vida se convirtió en una recompensa en manos de quien le encontrara. Doeg, uno de los siervos de Saúl, vio en aquella oportunidad el peldaño hacia su ascensión, el favor que el rey le concedería si su información sobre el paradero de David le ayudaba a consumar su intento.
Sin embargo, la maldad y la ambición de aquel hombre no causarían ningún daño a David ante la «bondad de Dios» (v. 1) que, paso a paso, le acompañaba. Por mucho que la situación diera al enemigo el sabor de la victoria, David demostró una fe firme y una convicción segura en el juicio divino. Sabía que los días de los malvados están contados y que «los justos lo verán todo» (v.6). Y que es mejor, incluso bajo la tensión constante de las amenazas y la persecución, estar en el lado perseguido que en el lado perseguidor.
Si la impiedad es el antónimo de la piedad, entonces impío es todo aquel que no ofrece a Dios lo que le es debido. Según las Escrituras, al impío también se le llama sucio, infiel, injusto, necio y perverso. Es aquel que prefiere el mal al bien, y la mentira a la palabra justa; cuya «lengua urde planes de destrucción» (v. 2), confiando «en la abundancia de sus bienes, y en su perversidad [se] fortalece» (v. 7). Y sólo hay un destino para el impío impenitente: la destrucción eterna (v.5). «Pero si el impío se aparta de su impiedad y hace lo que es recto y justo, conservará su alma con vida» (Ez.18:27).
Por tanto, amados, confiemos siempre en la provisión de Dios. Entreguemos al Señor en oración a quienes nos persiguen. Como David, confiemos a Dios nuestras quejas y tribulaciones, pues Su bondad permanece para siempre. «Te daré gracias eternamente», Dios mío, «esperaré en tu nombre, porque es bueno» (v. 9). ¡Velemos y oremos!
¡Buenos días, fieles siervos de Dios!
Oración:
Señor, gracias por Tu bondad que permanece para siempre. No la apartes nunca de mí. Te lo pido, En El Nombre de Jesús, Amén.