(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 56. Esperamos sea de bendición para ti)
Explicación y significado del Salmo 56
El Salmo 56 es un clamor de socorro de David en el que expresa miedo y angustia. Empieza describiendo su situación afirmando que sus enemigos le persiguen y oprimen en todo momento. Le infligen heridas y ataques constantemente. Sin embargo, David pone su confianza en El Señor. Afirma que por la noche recuerda el nombre de Dios y cumple continuamente su ley. Sus enemigos vigilan también continuamente sus pasos buscando la forma de hacerle daño, pero su fundamento y su roca es el Dios de su salvación en el que confía y se afianza día y noche.
David afirma que sus enemigos son numerosos y buscan quitarle la vida. Sin embargo, nunca será ello motivo para hacerle decaer en su fe. Le dice al Señor que cuando tiene miedo, pone en Él Su confianza, y le alaba recordando la fidelidad de Dios a haber hecho cumplido la promesa de salvarle en múltiples circunstancias apremiantes del pasado David afirma que está obligado a hacer promesas y cumplirlas, dando gracias a Dios por librarle de la muerte e impedir que sus pies tropiecen para que pueda caminar por sus senderos, sin que tambaleen sus pasos.
Asimismo continúa diciendo que, cuando clamó al Señor, sus enemigos fueron derrotados y avergonzados. Dios conoce sus extravíos y limpia todas sus lágrimas. Por ello David renueva su confianza al saber que cuando invoque al Señor, no será dejado de lado. David termina afirmando que cumplirá sus votos de alabanza y agradecimiento a Dios por librar su alma de la muerte. Camina en la luz de la vida sabiendo que Su Padre de los Cielos le acompaña y tiende Su mano poderosa, obrando a Su favor, y por ello Aunque sus enemigos intenten destruirle, no decae en Su fe pues sabe que la muralla del Poder de Dios le resguarda y le conducirá a la victoria.
En resumen, el Salmo 56 expresa la situación de angustia y persecución de David a manos de sus enemigos. Sin embargo, a pesar de todo, David permanece fiel a Dios, presenta sus quejas ante El Señor y, finalmente, encuentra alivio cuando le invoca. Dios se muestra justo, omnisciente y siempre presente para escuchar las súplicas de David. Al final, David hace votos de agradecimiento, alabanza y cumplimiento de las promesas hechas al Señor, que le ha librado fielmente de la muerte.
Devocional:
Porque has librado mi alma de la muerte, Y mis pies de caída, Para que ande delante de Dios En la luz de los que viven. (Salmos 56:13)
David se convirtió en el blanco de la furia de muchos enemigos. Al ser perseguido constantemente, su vida transcurrió a menudo en situaciones peligrosas. Sin embargo, más que un valiente guerrero, era un temeroso adorador. Aunque sentía miedo, su confianza en Dios no vacilaba. Sabía a quién acudir en busca de ayuda y que nadie tenía poder sobre su vida salvo el Señor: «Yo sé esto: que Dios está por mí» (v. 9).
Los hijos de las tinieblas no son más que instrumentos de Satanás para intentar derribar a los hijos de Dios. Más que guerras y rumores de guerras, hay un intenso conflicto por la conquista de mi corazón y del tuyo. David soportó mucha angustia y derramó muchas lágrimas, pero sabía a Quién servía y conocía la limitación de sus adversarios: «¿Qué puede hacerme un mortal?» (v.4). Derramó sus lágrimas en la botella de Dios (v. 8) y ante el peligro clamó misericordia. Cuánto más necesitamos esta fe sólida a medida que el tiempo se acerca a su fin.
Está escrito que «nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra principados y potestades, contra los gobernadores de este mundo tenebroso, contra las fuerzas espirituales del mal en los lugares celestiales» (Ef 6,12). La armadura de Dios es nuestra única salvaguardia contra esas fuerzas superiores. Jesucristo es la armadura. Él ya ha ganado esta guerra por nosotros. Él es «la luz de la vida» (v. 13). Y Él mismo declaró: «Por poco tiempo todavía la luz está con vosotros. Caminad mientras tengáis la luz, no sea que os alcancen las tinieblas; y el que camina en tinieblas no sabe a dónde va. Mientras tengáis la luz, creed en la luz, para que lleguéis a ser hijos de la luz» (Jn 12,35-36).
El apóstol Pablo afirmó: «Si Dios está por nosotros, ¿quién podrá estar contra nosotros?» (Rom.8:31), y continuó: «Porque estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo futuro, ni las potestades, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Rom.8:38-39). Jesús es la respuesta a todas nuestras preocupaciones. Sabe lo que es ser perseguido y maltratado, y quiere darnos Su poder para vencer como Él venció. Recuerda que «todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos» (2 Tim. 3:12). «Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt.5:10). Es en el vituperio de Cristo donde nos forjamos para Su reino. ¡Velemos y oremos!
¡Feliz día, hijos de la luz!
Oración:
Señor, que mis sufrimientos, luchas y batallas, las lleve con fortaleza, confianza y fe en Ti, clamándote y alabándote siempre con la certeza, de que por muy difícil que sea la prueba, Te encuentras a mi lado, sosteniéndome y dándome la fuerza que necesito para vencer y cumplir Tu grandiosa voluntad. En El Nombre de Jesús, Amén.