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Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? (Mateo 6:25)
Comentario:
La ansiedad es un monstruo social. Aterroriza a ricos y pobres, jóvenes y viejos, religiosos y no religiosos. Considerado como el mal del siglo, empuja sin piedad sus tentáculos en sus víctimas, dejándolas débiles para enfrentar los verdaderos problemas de la vida. La ansiedad es una especie de asfixia del alma, un verdadero estrangulador de las emociones. Nos roba la fuerza, drena nuestras energías y nuestro vigor. La gran mayoría de los problemas que nos ponen ansiosos ni siquiera ocurren. Por lo tanto, la ansiedad es perjudicial para nosotros, porque nos hace sufrir por adelantado e inútilmente.
La ansiedad atrae problemas ficticios y nos hace sufrir por ellos como si ya fueran realidad. La ansiedad es una ilusión porque nos da la sensación de que tenemos el control de la situación. Jesús fue categórico cuando dijo que no importa cuán ansiosos estemos, no podremos añadir un codo a nuestra existencia.
En lugar de capitular ante la ansiedad, debemos rezar a Dios Todopoderoso, echando toda nuestra preocupación sobre él, sabiendo que nos está cuidando. En lugar de vivir en la murmuración, deberíamos dar gracias por todo lo que ya ha hecho, alimentando nuestras mentes con sus promesas y poniendo en práctica su palabra. ¡Este es el remedio efectivo para este temido mal!
Oración:
Señor, sálvame de la ansiedad deboradora del alma y del espíritu, sustentando mi fuerza en Tus promesas eternas e infalibles.
